Crítica

El twist y el twist & shout

Reseña de 'Bajo terapia', de Gerardo Herrero, en la Sección Oficial del Festival de Málaga

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

BAJO TERAPIA

Dirección y guión: Gerardo Herrero (sobre una obra teatral de Matías del Federico). Reparto: Malena Alterio, Alexandra Jiménez, Fele Martínez, Antonio Pagudo, Eva Ugarte, Juan Carlos Vellido

Hay películas que tienen un twist y otras que tienen lo que yo llamo un twist & shout. 'Bajo terapia' es una de esas últimas. 

Me explico: un twist es realmente bueno si te obliga a un revisionado para, finiquitada la sorpresa, indagar en los juegos de espejos, la orfebrería de la ilusión narrativa y cosas así; un twist & shout lo que hace, más que subvertir lo visto hasta los últimos minutos del metraje para que lo reinterpretemos todo, es atropellar, zarandear... o sea, molestar. En palabras de M. Night Shyamalan, gran cultivador de los giros, "toda la dulzura de la película se ve eclipsada por el llamativo primo del chaleco de lentejuelas que ocupa el centro del escenario".

Grosso modo, 'Bajo terapia' es una película sobre un engaño para llegar a una verdad (incómoda, importante, pero subterránea). Gerardo Herrero, el director y guionista, no se fía y jamás ofrece pistas que recompensen la sagacidad del espectador más avezado; su postura, de alguna manera, es cobarde (supongo que también la del autor de la obra teatral en que se basa): dice poco, oculta demasiado para que no se le pille. Y el buen manipulador lo primero que ha de ser es valiente. Por cierto, no tengo ningún problema en reconocer que caí en la trampa, que no anticipé el finale; soy un espectador al que resulta fácil sorprender (la verdad, me gusta serlo).

De alguna manera, me temo que involuntaria, el giro de acontecimientos del finale está plenamente justificado, explica a la perfección porque todo había sido hasta entonces algo tan torpe, poco creíble y cansino. Porque todo había sido un engaño. Pero no de los buenos, porque empieza desde el propio marketing de la película (y eso es bajuno).    

A ello contribuye la propia caligrafía del filme, que comete muchos de los pecados menos veniales de las adaptaciones cinematográficas de obras teatrales: primero, no saber aprovechar el espacio escénico, aturullar a unos personajes estáticos en unos muy reducidos metros cuadrados cuando, en su caso, dispone de una nave diáfana y muy modernita; segundo, creer que se puede driblar los pecados menos veniales de las adaptaciones cinematográficas de obras teatrales dándole al botoncito del minizoom en los momentos de mayor tensión y nervio de la trama o haciendo travellings circulares en otros más reposados. Esos trucos ya están muy vistos, resultan perezosos. 

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