Crítica

Mirando el cielo y mirando el suelo, se nos va pasando la vida

Reseña de 'Sica', de Carla Subirana, en la Sección Oficial del Festival de Málaga

Nuria Prims y Thais García, madre e hija en 'Sica'

Nuria Prims y Thais García, madre e hija en 'Sica' / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

SICA

Dirección y guión: Carla Subirana

Reparto: Thais García, Nuria Prims, Marco Antonio Florido, María Villaverde, Lois Soaxe, María del Carmen Gesteiro, Mercedes Martelo, Jose Luis Soage, Joel Calvo, Carla Domínguez

Carla Subirana se pasa buena parte del metraje de 'Sica' mirando arriba, al cielo, retratando nubes suspendidas sobre nuestras cabezas, y abajo, al mar, captando olas espumosas más o menos calmadas, más o menos irritadas. La insistencia en el paisaje de la historia ofrece los momentos más recordables de la película, desde luego, pero también supone el gran acantilado por el que la historia se termina despeñando sin remedio. ¿Por qué? La directora se empeña bastante menos en mirar bien, con paciencia y cercanía, lo que sucede en el lugar situado entre el cielo y el agua, el que habitan las personas y sus emociones. 

Ya lo dejó escrito Pessoa: «Es en nosotros donde los paisajes tienen paisaje. La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos». Apenas un par de escenas (especialmente aquella en que la protagonista, Sica, y su amigo Suso llaman con entusiasmo a una inminente tormenta) conectan al espectador con lo que está viendo más allá de su epidermis, de su paisaje, con la vida y lo que hacemos de ella. Lo demás resulta una observación más o menos destemplada, algo apesadumbrada, de unos hechos por los que jamás llegamos a preocuparnos de verdad.  

No ayuda tampoco cierta indefinición de la narración de la película, mucho más sugerente en sus pespuntes mágicos (los ahogados que nos llaman) que en el relato de las sucesivas decepciones de una adolescente que se enfrenta a una vida encapotada.