Crítica

Una road movie que toma muchos desvíos equivocados

Reseña de 'Empieza el baile', de Marina Seresesky, en la Sección Oficial del Festival de Málaga

Los protagonistas del filme

Los protagonistas del filme / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

EMPIEZA EL BAILE

  • Dirección y guión: Marina Seresesky
  • Reparto: Darío Grandinetti, Mercedes Morán, Jorge Marrale, Pastora Vega, Agostina Pozzi, Lautaro Zera, Marcelo Xicarts, Carolina Sobisch

Cuando alguien, un amigo, quien sea, te invita a dar un paseo en coche puede resultar de mala educación ordenarle la dirección que ha de tomar; uno, en su condición de conducido, debe limitarse a ser transportado, no puede considerar al otro, el conductor que te invita a un espacio tan privado e importante como su vehículo, como un chófer o un taxista. Algo así me ocurre al teclear estas líneas sobre 'Empieza el baile', una road movie, un paseo de Buenos Aires hasta Mendoza en el que, en mi opinión, Marina Seresesky toma todo tipo de desvíos equivocados.

La película comienza bien, agradable y con un aire socarrón simpático, ligerísimo. Darío Grandinetti, Mercedes Morán y Jorge Marrale componen una terna de química instantánea, natural, con unos personajes atractivos, de ésos que uno quiere conocer sin prisa. Se plantea el nudo (secretos y mentiras sepultados por los años), comienza el viaje y, pum, empiezan a chirriar los engranajes de la cosa (a la socarronería se le ven las costuras con cierta tendencia al patetismo de algunas escenas, se agotan los recursos de los personajes, que empiezan a hacerse repetitivos).

Después, lamentablemente, a Seresesky se le estropea el GPS de la historia (que, no lo olvidemos, es la suya, no la mía), y la peripecia sentimental de esos dos viejos bailarines de tango se transforma en una comedia negra bastante forzada, con unos personajes secundarios que sólo traen un innecesario histrionismo a una trama, insisto, que en lo humano iba sobrada de interés. Pasa como con algunas historias de Alexander Payne, un tipo cuyo cine, creo, tiene muchas similitudes con lo que aquí propone la directora y guionista argentina; con la salvedad de que Payne, siempre astuto, conceptualiza mejor lo suyo, sabe cómo hacer que los volantazos que da a sus historias no nos despisten.

Al final de 'Empieza el baile', en los minutos de la conclusión, Seresesky llega al destino que a mí también me apetecía, y yo, desde el asiento de atrás (mucho más cómodo y sin la responsabilidad del conductor, claro), no puedo dejar de pensar que ha perdido mucho tiempo en el viaje, que se ha perdido en carreteras secundarias, que para eso me había quedado en casa.