Sección oficial

'Zapatos Rojos': una íntima y sensible mirada a la violencia machista en México

El director azteca Carlos E. Kaiser debuta en el largometraje con este aplaudido relato sobre un anciano granjero que ha de acudir a la ciudad para hacerse cargo del cuerpo sin vida de su hija, que ha sido encontrada asesinada

El equipo de «Zapatos rojos» (el director, sentado y con gafas de sol»), ayer en el Muelle Uno. | ÁLEX ZEA

El equipo de «Zapatos rojos» (el director, sentado y con gafas de sol»), ayer en el Muelle Uno. | ÁLEX ZEA / alicia g arribas. málaga/efe

Alicia G. Arribas (EFE)

El mexicano Carlos E. Kaiser debuta en la dirección de largometrajes con la poética (y brutal) reprimenda contra la violencia femenina que es Zapatos rojos, una película diferente, donde la cara de su protagonista, el actor no profesional Eustacio Ascacio, es a la vez mapa, guía y argumento.

Tacho, explicó ayer tras la proyección de la cinta, que compite en la Sección oficial del 26 Festival de Málaga, llegó a la película desde una asociación de vecinos en lucha contra una compañía minera que está destrozando sus tierras. Nada más verle, Kaiser supo que ese septuagenario, su rostro surcado de arrugas, ennegrecido de vivir al aire libre entre sus ovejas y las plantaciones de maíz que apenas le dan para vivir, era su Tacho. Una prueba simple, que improvisara sobre la hija muerta del personaje, sobrecogió al equipo por su intensidad y sus lágrimas: Eustacio y su mujer también habían perdido una hija.

Analfabeto, el proceso para recordar el papel pasaba por la intermediación de su esposa, que le contaba las líneas que debía de ir: Tacho se iba al monte con sus ovejas y a la vuelta ofrecía su parte. La película, explica este joven mexicano, admirador de Pedro Almodóvar aunque haga un cine «muy muy diferente», habla «de la energía masculina y de cómo se debe usar esa energía, y de las terribles consecuencias de hacerlo de forma incorrecta», explica Kaiser.

Aborda la violencia contra las mujeres, un tema tan complicado, reconoce el director (en México se notifican diez crímenes machistas al día) pero «desde una perspectiva que intentamos cuidar para que no fuese política, coyuntural o provocadora, sino más bien una experiencia más sensorial o emotiva. «Más desde el sentimiento y menos desde la cabeza», añade.

Zapatos rojos empieza con un «prólogo», dice Kaiser, donde un coche transporta a una mujer joven que lleva en el regazo unos tacones de fiesta de color rojo. Su mirada reposa en la ventanilla, ausente. El siguiente plano sigue a un anciano granjero que recolecta maíz muy despacio y lleva una vida sencilla y apartada. Un correo le dice que debe ir a la ciudad para hacerse cargo de los restos de su única hija; su esposa también hace poco que le dejó. Ese viaje a la urbe es un choque brutal para el anciano que por casualidad se topa con una chiquita, una superviviente con aparente mejor suerte de la que tuvo su hija.