Crítica

Asomarse al precipicio de la maternidad

Reseña de 'El castigo', de Matías Bize, en la Sección Oficial del Festival

Los protagonistas de 'El castigo'

Los protagonistas de 'El castigo' / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

EL CASTIGO

Dirección: Matías Bize

Guión: Coral Cruz

Reparto: Antonia Zegers, Néstor Cantillana, Catalina Saavedra, Yair Juri, Santiago Urbina, Osqui Guzmán, Julieta Zylberberg, Sebastián Molinaro

No suelo comulgar con el cine de Matías Bize: todo lo suyo me parece demasiado intenso, de un tremendismo emocional algo irritante, de ése que me provoca una desconexión rápida y absoluta. Su anterior películas, 'Mensajes privados', una especie de experimento rodado durante la cuarentena, me pareció un capricho que jamás logra trascender, un proyecto coideado con actores hipermotivados que existe simplemente porque a algunos se les ocurrió hacerlo. En 'El castigo', en cambio, sin renunciar a muchas de sus coordenadas, todo se ajusta para transmitir reflexiones más que incómodas sobre la maternidad, la crianza y el sacrificio personal.

Y digo que mantiene muchas de sus claves porque, primero, la película apuesta por una concepción extrema (es un plano secuencia de algo más de 80 minutos), algo habitual habitual en el iMDB del autor chileno, y, segundo, porque el asunto que tiene aquí entre manos (la búsqueda angustiosa en tiempo real, claro, de un niño perdido en un bosque por parte de sus padres) da pie a la intensidad general en temas diversos.

Pero, en esta ocasión, ambos elementos son razonados y razonables, no son fruto de un antojo o de una aproximación epatante al hecho de filmar. El plano único colabora para acrecentar poco a poco, casi imperceptiblemente, la tensión, nos prepara para la catarsis final. Y ahí, en ese momento, 'El castigo' se lo juega todo: a favor tiene a la siempre formidable Antonia Zegers y el propio monólogo, torrencial pero matizado, una confesión conmovedora, difícil y humanísima de una madre en el precipicio personal. Y después llega el mazazo, con el final feliz más amargo que recuerdo en mucho tiempo.