El certamen da su bienvenida

Festival de Málaga: con el cine como camino y destino

El Festival de Málaga inició su vigésimo octava edición con una velada íntima en el Teatro Cervantes, con la que quiso defender su marca registrada y proyectar los mejores contenidos de su reciente inaugurada convocatoria. Bienvenidos a una semana de nueve días dedicada por entero a lo mejor del cine hecho en español

Comienza el Festival de Cine de Málaga

Isabel Cisneros

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Málaga

La voz hipnótica y sedosa de Judeline, acompañada sólo por un piano y con la iluminación de un cielo estrellado en la pantalla trasera, abrió, de una forma íntima y recogida, la gala inaugural de la vigésimo octava edición del Festival de Málaga. Presentada por la actriz Patricia Montero, en sustitución de última hora de la intérprete Bárbara Lennie, la velada celebrada en el Teatro Cervantes presentó lo mejor de los diez días de cine (ya nueve) en español por venir.

«La cultura es el camino, recorrámoslo juntos a través del cine en el Festival de Málaga», invitó Montero antes de detallar algunos de los aspectos más determinantes y prometedores de la recién inaugurada convocatoria. El más aplaudido de todos por el público fue, sin duda, un hecho diferencial, marca registrada de nuestro certamen: su apoyo al cine dirigido por mujeres, que este año ha cristalizado en que el 60% de las películas de la Sección Oficial a Concurso llevan firma femenina.

Debuts

También sacó pecho el Festival de su respaldo a los debuts, esas primeras películas que, en muchas ocasiones, son los primeros pasos de carreras de quilates. Así, se subieron al escenario del templo de Ramos Marín varios miembros del jurado de la presente edición, como la directora Pilar Palomero, las actrices Irene Escolar y Belén Cuesta y el músico Pucho (Vetusta Morla), que detallaron cómo algunos largometrajes pequeños, de novatos (Las niñas, Verano 1993, 20.000 especies de abejas, etc), tuvieron aquí uno de sus primeros escaparates antes de conquistar el mundo.

A continuación, la presidenta del tribunal cinematográfico, la intérprete argentina Mercedes Morán, confió en «estar a la altura de las circunstancias» para distribuir con sabiduría las Biznagas del palmarés y aprovechó la oportunidad para enviar un agradecimiento al certamen: «Que me hayan invitado a presidir el jurado supone un acompañamiento afectuoso al cine argentino, que está atravesando un momento muy difícil por la horrenda política dispuesta por el presidente de mi país. Estos gestos de apoyo nos dan fuerza y alegría para seguir resistiendo», aseveró.

Actuaciones musicales

La Tania y Antonio Orozco, en el registro íntimo con el que comenzó la noche, protagonizaron el resto de actuaciones musicales de una noche que no nos quiso distraer de lo importante: el cine. «Una sala de cine, ese lugar mágico en el que todo es posible y abandonamos nuestra realidad por un tiempo; dejamos atrás nuestra vida y nos preparamos para vivir otras: Podemos aprender a superar nuestros miedos, vivir un amor imposible, derrotar al villano más cruel... El silencio que reina permite centrar nuestra atención como pocas veces podemos hacerlo y nuestro espíritu se nutre con el placer de entender la vida a través de las historias. Por eso ir al cine siempre es motivo de alegría». Son palabras del guionista de la gala, que pronunció Patricia Montero, la presentadora, pero con las que todos los que necesitamos sentarnos delante de una pantalla iluminada por imágenes en movimiento nos sentimos plenamente identificados. Pero para no ponernos solemnes, al final de la gala, sonó El fin del mundo, el himno pop de La La Love You, y hasta el público echó un bailecito. Así que, pues eso, bienvenido, vigésimo octavo Festival de Málaga.

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