Entrevista | Daniel Guzmán Director, guionista y actor

«Me gustaría que los políticos vieran mi película, sería un pase enriquecedor»

En 2003 estrenó aquí su cortometraje como director 'Sueños' y desde entonces ha elegido Málaga para proyectar todas sus películas: 'La deuda' es su tercera, un thriller íntimo protagonizado por un buscavidas que ha de encontrar dinero para salvar a una octogenaria del desahucio

Daniel Guzmán, ayer en Málaga

Daniel Guzmán, ayer en Málaga / María Alonso/EFE

Málaga

'La deuda' está, como quien dice, recién salida del horno...

La envíamos sin terminar pero gustó tanto en el Festival que nos pidieron incluirla en la Sección Oficial. Dos semanas después, me llamaron para decirme que también querían que fuera la película inaugural. Acepté, por supuesto. Así que hablé con todo el equipo para intentar terminarla de manera decente y a tiempo. A veces, así es la vida: hay que ser valiente y asumir riesgos.

La película indaga en el turismo desmedido, la crisis de vivienda y la transformación —o destrucción— de los barrios, haciendo de la obra un vehículo de reflexión social y política. 

Todas las decisiones que tomamos, desde el momento en que nos levantamos hasta que nos acostamos, están influidas por nuestras necesidades. Aunque parezca un concepto más personal acaba teniendo repercusión en lo político, como en tres de los temas de la película, la tercera edad, la vivienda y los pisos turísticos. Sobre los mayores, quería mostrar el desafío actual respecto a la dependencia de los ancianos, que en muchos casos se ven apartadas de la sociedad. La crisis de la vivienda y el auge de los pisos turísticos son realidades que afectan al tejido urbano y a las comunidades locales. La transformación de barrios tradicionales en espacios dedicados al turismo en ciudades como Málaga, Madrid o París ha desplazado a muchos residentes, destruyendo el arraigo cultural y social. Es fundamental encontrar modelos que protejan tanto el patrimonio cultural como las necesidades de sus habitantes.

¿A qué político le gustaría invitar a la proyección de 'La deuda'? 

Me encantaría que figuras como Feijóo, Ayuso, Almeida, Abascal, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias asistieran a la proyección de esta película. De hecho, se me acaba de ocurrir algo: ¿por qué no proyectarla en el Congreso durante una sesión de control? Podríamos hacer un receso y ofrecerles la oportunidad de verla. Sería interesante observar qué les sugiere, qué reflexiones les inspira. Creo que sería un pase muy enriquecedor.

Tengo entendido que inicialmente no pensó en usted para protagonizar la película. 

Siempre quise que la hiciera otro actor pero no pude ser. Hablé con siete u ocho amigos actores, todos con un talento increíble, algunos conocidos, otro desconocidos. Cuando elegí a uno de ellos surgió un problema con Charo [García, la octogenaria coprotagonista]: sufrió una caída en la residencia a solo tres semanas de comenzar el rodaje. Tenía que decidir: esperar al actor un año para empezar rodar o hacerla con Charo en tres semanas, pese a su delicada salud. Como no había tiempo para ensayar y preparar a otro actor, me arriesgué; al fin y al cabo, conocía a Lucas [su personaje en la película] desde que se levanta hasta que se acuesta.

Todas las decisiones que tomamos, desde el momento en que nos levantamos hasta que nos acostamos, están influidas por nuestras necesidades

Además de un drama social y de denuncia, La deuda también es un thriller, el primero de su carrera como director. No le hacíamos fan del cine más, digamos, de acción y policiaco.

En realidad, no soy fan de los thrillers, me parecen predecibles. El género apareció en esta historia de manera involuntaria y lo usé más como una herramienta narrativa: una estructura dramática que impulsa la historia hacia adelante. Pero mi verdadero objetivo era contar una historia de amor entre Lucas y Antonia: se aman, se quieren y se necesitan; aunque pertenecen a generaciones diferentes y no queda claro qué parentesco tienen, existe un fuerte vínculo entre ellos.

Uno de los fuertes de su cine está en los diálogos, auténticos, cercanos a la calle. ¿Se empeña mucho en ello?

En 'La deuda' hay una línea que me hacía reír solo mientras la escribía, la escena en la que la policía detiene a Antonia: el agente se presenta y saluda con un «Buenos días, policía». Y ella responde:«Pues ya no son tan buenos dísa». Ese tipo de humor espontáneo y cercano conecta rápidamente con el espectador y da un aire fresco a la narrativa.

También en sus películas se incorpora a las personas mayores, lamentablemente desaparecidas en buena parte del cine español. 

Es que no todo en la vida ha de estar enfocado a la juventud. 

Desde luego su película puede recibir un gran respaldo popular gracias a los Martes Sénior, el programa del Gobierno para acercar al cine a los mayores que está detrás en buena medida del éxito de 'La infiltrada'.

Es una iniciativa maravillosa, que está logrando que una generación que antes no solía ir al cine pueda hacer más fácilmente. Creo que 'La deuda' puede conectar con ellos y hacerles reflexionar al cuestionar un modelo de vida. Es una película que se queda en tu cabez durante varios días.

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