SECCIÓN OFICIAL

Belén Funes filma un retrato de la migración andaluza

Los Tortuga es el segundo largometraje de la autora catalana, que debutó con la celebrada La hija del ladrón. «Con la segunda película hay presión añadida», asegura la cineasta, presente ayer en la competición malagueña.

Belén Funes, ayer en el Festival de Málaga.

Belén Funes, ayer en el Festival de Málaga. / Gregorio Marrero

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Belén Funes debutó en 2019 con La hija de un ladrón, protagonizada por Greta y Eduard Fernández. Y en estos cinco años realizó episodios de la serie La ruta (2022). ¿Es un lapso entre película y película asumido como tal o le ha costado levantar la producción de su segundo filme? "El proceso de escritura de guion fue muy complejo, nos costó encontrar la forma de contar lo que quería. Y a nivel empresarial también fue laborioso de levantar". Se trata de una coproducción con Chile, ya que una de sus dos protagonistas, una mujer chilena que trabaja en Barcelona como taxista, está encarnada por Antonia Zegers, una de las actrices más importantes de esta cinematografía. "Yo quería a Antonia para el papel", subraya Funes, que ayer estrenó la cinta en la competición de la Sección Oficial del Festival de Málaga.

La trama principal de su anterior largo gira en torno a las relaciones entre una joven y su padre, recién salido de la cárcel. Otra difícil relación familiar, esta vez entre madre e hija, está en el centro de Los Tortuga, pero el filme habla también de los desahucios, la dificultad de superar la pérdida de un ser querido (el marido y padre de las protagonistas), la crisis en el campo y la migración.

"Sí, es una película argumentalmente más barroca, con más capas», nos explica la cineasta. "Está el universo de la taxista, del campo, el de los estudios de comunicación audiovisual que realiza la hija. Todo ello construye una constelación. Hicimos un esfuerzo en la escritura para asumir ese barroquismo". El título del filme hace referencia a esos personajes migrantes. Está la situación propia de la madre, Delia, chilena afincada en una ciudad que no es la suya, pero también el de la hija, Anabel, dividida entre Barcelona y Jaén. "Según la tradición oral, los Tortuga son los migrantes andaluces que viven y trabajan en otros centros metropolitanos", explica Funes, de procedencia andaluza. «Es la idea de que me voy a llevar todo conmigo y no sé cuándo volveré». Desplazarse con la casa a cuestas, como muestra algunas de las fotografías que aparecen en el filme de Jaume Miserachs, el gran retratista de la Barcelona humilde de los 50 y 60.

 Siempre se ha dicho que la segunda película, novela o disco es la más difícil, sobre todo si la primera ha sido bien considerada. Funes está completamente de acuerdo: "La segunda es como la reválida, aunque es algo injusto. Todos tenemos derecho a la posibilidad de fallar, de que el filme no sea lo bueno que imaginábamos. Por ejemplo, me gusta mucho Mia Hansen-Love, pero no su película Maya, pero no por ello he dejado de creer en ella". "Algún día fallaremos -confiesa- con la segunda película hay una presión añadida porque la primera nadie la esperaba".

 A veces dice sentirse una impostora y explica un sueño que ha tenido varias veces, en el que se descubre que no ha terminado la carrera de cine en ESCAC. Precisamente tras concluir los estudios en este centro y completar los estudios en la escuela cubana de San Antonio de los Baños, Funes comenzó a trabajar como auxiliar de dirección, segunda en el set, script e incluso asistenta de cásting en filmes de Marc Coll, Elena Trapé y Marçal Forés, todos formados en ESCAC como el guionista de sus cortos y los dos largos, Marçal Cebrian.

 "En 2008, al acabar los estudios, trabajaba en un bar pero buscaba algo en el cine. Fui a Escándalo Films, la productora de ESCAC, y con Nely Reguera, que es muy amiga mía, hicimos la primera de Mar Coll como asistentas de dirección". Funes recuerda que había mucha precariedad, pero suplida con talento. Aquel momento de iniciación resume "las ganas de estar en las películas de tus amigos".

Elvira Lara, que encarna a Anabel, es todo un descubrimiento. "Mi lenguaje es dirigir actores, me interesan los personajes que habitan mis filmes", explicita Funes. "El proceso de selección nos ocupó desde septiembre de 2023 hasta mayo de 2024. Vimos entre 800 y 900 chicas que la directora de cásting, Cristina Pérez, buscaba en las calles, discotecas, bares, tiendas de ropa o universidades. Cristina vio a Elvira saliendo de una biblioteca. Vino siete días seguidos a hacer pruebas y pronto tuve claro que debía ser ella".

El duelo

La directora es consciente de que a veces toca desprenderse del guion inicial. Para ella, "las imágenes se manifiestan de verdad después de haber sido rodadas. Nuestra primera impresión es que era un filme sobre el duelo. Luego teníamos claro el final. Volvimos atrás para que todos los caminos convergieran en ese desenlace. Lo único que no podía cambiar era la relación madre-hija". 

Este proceso duró 21 semanas, frente a las 10 de La hija de un ladrón. "Aprendí que un filme no puede montarse en 10 semanas", aclara. Funes repensó las imágenes y supo ser "crítica con lo que he rodado y no tener miedo de sacrificar cosas. El resultado final está bastante cerca de lo que quería".  

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