Crítica

Una exquisita película-oasis

Reseña de 'Una quinta portuguesa', de Avelina Prat, en la Sección Oficial a Concurso del Festival de Málaga

Maria de Medeiros y Manolo Solo, en el filme

Maria de Medeiros y Manolo Solo, en el filme / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Málaga

UNA QUINTA PORTUGUESA

Dirección y guión: Avelina Prat

Reparto: Manolo Solo, Maria de Medeiros, Branka Katic

Cuando murió Jaime de Armiñán, el año pasado, sentí que desaparecía con él ese cine español hecho por señores cultos, casi humanistas, de elegancia que no se sentía distante y extravagancia algo literaria, suave en las formas, ajena muchas veces a su tiempo. No es que 'Una quinta portuguesa', de Avelina Prat, tenga realmente algo que ver con las películas del autor de 'Mi querida señorita' o '14, Fabian Road' pero, de alguna manera, comparten ese aire limpio, algo pijo, de extraña sencillez y un tono aparentemente amable que no lo es tanto en el fondo.

Como en la estupenda 'Vasil' (2022), la anterior película Prat, todo comienza con decisiones incomprensibles: si en aquella era la del desahogado arquitecto de dar cobijo en su casa a un homeless búlgaro experto en ajedrez, aquí tenemos a un hombre, en plena zozobra sentimental, que aprovecha la ocasión y se hace pasar por un jardinero contratado para trabajar en la formidable residencia lusa a la que alude el título del filme. También construye buena parte del corazón del relato a partir de las barreras culturales y, muy especialmente, de la búsqueda de la identidad, del sentido de pertenencia, de ese lugar y no otro al que llamamos casa; además del gusto por las historias, por contarlas, por escuchar a otros contarlas, sin distracción alguna, en momentos de cotidianidad silenciosa y nimia.

Y todo se expresa con modos civilizadísimos, tranquilos, casi polite, como dicen los anglosajones, sin una palabra más alta que la otra, sin las catarsis ni los gritos con que muchas veces se pretenden resolver aquí las cuestiones; lo que se plasma a través de unas imágenes compuestas desde el equilibrio (la directora también es arquitecta) y la calidez, y ciertos detalles marca de la casa (como esa curiosa tendencia de dejar que algunos planos duren quizás más de lo debido).

Conviene no desvelar mucho más sobre 'Una quinta portuguesa' sino invitar a participar de su singular encanto. No es habitual toparse por aquí con una película-oasis de una levedad tan exquisita.

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