Crítica

'Vírgenes': blanco que destiñe

Reseña de la nueva película de Álvaro Díaz Lorenzo, en la Sección Oficial Fuera de Concurso del Festival de Málaga

Los protagonistas de 'Vírgenes'

Los protagonistas de 'Vírgenes' / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Málaga

VÍRGENES

Dirección y guión: Álvaro Díaz Lorenzo

Reparto: Carlos Scholz, Natalia Azahara, Cristina Kovani, César Vicente, Xavi Caudevilla, Paco Tous, Boré Buika, Júlia Van Zeller, Diego París, Carmen Canivell, Joaquín Núñez, Dani Mantero y Antonio Dechent.

Hace unos años, los espectadores del Festival de Málaga sufrieron 'Los Japón' como película fuera de concurso. Entonces, indignado por la dependencia del filme de Álvaro Díaz Lorenzo de chistes como el del empresario nipón que se llamaba Shoshito, escribí: "Esto es básicamente el cine español contra el que tendría que estar un festival de cine (en) español. Pero aquí decidimos reírle las gracias. Que no las tiene". Pero es que un poco antes también se programó aquí otro artefacto de Díaz Lorenzo, 'Café solo o con ellas', cuyo título, se imaginarán, define el grado de inoperancia en que se movía todo el conjunto: en los tres primeros minutos ya se había hecho un chiste malo sobre la masturbación, mostrado un coito y a un tipo haciendo sus necesidades en un WC (o sea, la trifecta de la comedia patria más chunga). Ambos, Álvaro y yo, hemos seguido con nuestras vidas y, lamentablemente para los dos, nos hemos reencontrado en 'Vírgenes', una especie de 'American Pie' en el Torremolinos de finales de los 60. Conclusión: ambos, Álvaro y yo, seguimos en las mismas.

El cine de este hombre es pueril, magro, puro simulacro de imágenes en movimiento; una experiencia fundamentalmente triste disfrazada de comedia: a los diez minutos uno ya está harto de escuchar a los actores forzando el acento andaluz y empleándose a fondo en hacerse los graciosos (no lo consiguen) y se da cuenta de que lo más picante que va a ver (en una cinta sobre tres chavales de Sevilla que viajan a la Costa del Sol para desvirgarse) es una escena en una cafetería que indaga en el doble sentido de "mojar el churro". Humor blanco del que destiñe.   

Como no hay ninguna tensión ni arruga en el libreto, Díaz Lorenzo se saca de la manga una subtrama sobre la represión franquista de los homosexuales, que culmina en uno de los alegatos más sonrojantes a los que uno haya podido asistir sobre la diversidad sexual; algo así como: "No me fui a Francia porque eso significaría que ellos habrían ganado. Pero España es mucho más que ellos. España es María Zambrano, Goya, Valle-Inclán, Picasso... Y a ellos les olvidará la historia". Ojo, que no cita ni a un mito cultural patrio que fuera homosexual en un discurso bienqueda y de aplauso fácil sobre el amor libre. Supongo que habrá algún mérito en estar tan desnortado.  

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