Crítica

Una sátira con segunda oportunidad

Reseña de 'Culpa cero', de Valeria Bertuccelli y Mora Elizalde, en la Sección Oficial a Competición del Festival de Málaga

Las protagonistas de 'Culpa cero'

Las protagonistas de 'Culpa cero' / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Málaga

CULPA CERO

Dirección: Valeria Bertuccelli, Mora Elizalde

Reparto: Valeria Bertuccelli, Cecilia Roth, Justina Bastos

Parece haber un ánimo satirizante en cierto cine argentino contemporáneo, capitaneado por Gastón Duprat y sus 'Competencia nacional' y 'Bellas Artes'. A mí la sátira no me apasiona especialmente: sus intenciones ridiculizantes y deformadoras suelen venir acompañadas de un cierto desprecio hacia comportamientos, como si el autor fuera un inquisidor con guasa pero igual de terrible y severo. La mayoría de las veces la sátira es un tono cobarde, pues elige blancos fáciles, personajes y arquetipos débiles por sus fallas y carencias, que quizás deberían inspirar más comprensión que desdén. Por último, ¿saben de alguna sátira cuyo objetivo sea un satirista? Soy todo oídos. 

En cualquier caso, quién soy yo para decirle a nadie cómo tiene que enfocar y contar las historias que le interesan. Valeria Bertuccelli y Mora Elizalde también buscan a una víctima propiciatoria de lo más sencilla, una escritora de libros de autoayuda frívola, chanta, un fraude. A su costa se echan unas risas pero, al menos, le ofrecen una segunda oportunidad, quizás algo falsa y forzada, impostada, porque en ningún momento sabemos cómo era esa Berta Muller, porqué y cómo llegó a ser una pasivo-agresiva que depreda el talento ajeno, así que su redención resulta bastante artificiosa.

Si en la humanización la cosa resulta algo plástica, tampoco los momentos de comedia son, digamos, chispeantes: las directoras son actrices y como tales han planteado su película, sin ceñirla a un andamiaje sólido, confiando en que las situaciones y personajes que diseñan hagan todo el trabajo; pero el humor es reiterativo, la historia da demasiadas vueltas sobre sí misma y se pierde en puntos muertos. Todo se carga demasiado sobre las espaldas de las intérpretes y su magnetismo, que es indudable pero no omnipotente. 

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