Festival
«Lo que queda de ti»: una historia personal de aliento universal
Asegura la realizadora y guionista que escribir la historia, la suya, fue algo «muy terapéutico»

Laia Manzanares, Gala Gracia y Ángela Cervantes, ayer en el Festival de Málaga. / DANIEL PÉREZ/EFE
Gala Gracia tenía 24 años cuando heredó la granja de su padre y un rebaño de ovejas tras su fallecimiento. «En aquellos meses de duelo mi hermana y yo intentamos mantener el rebaño a flote mientras navegábamos por la pérdida, cada una desde perspectivas emocionales muy distintas. Una de las hermanas llega cargando con la culpa de no haber estado presente al final de la vida de mi padre, mientras que la otra siente la urgencia de cerrar ese capítulo para poder seguir adelante». Esa dualidad es el corazón argumental de Lo que queda de ti, la primera película como directora de Gracia, que ayer se presentó en la Sección Oficial a Concurso del Festival de Málaga.
Asegura la realizadora y guionista que escribir la historia, la suya, fue algo «muy terapéutico», algo que necesitaba contar, aunque cuando la estaba escribiendo no sabía que se transformaría en su primera película. Es consciente de que se trata de «una historia personal» pero al mismo tiempo cree que «muchas personas pueden sentirse identificadas con ella», porque ésta es una de «esas historias íntimas y emocionales que forman parte de nuestra identidad como sociedad».
Retrato realista
Lo que queda de ti destaca por su retrato hermoso pero también muy realista de la vida en el entorno rural, con todos los sacrificios y trabajo que comporta. Se nota especialmente en la relación entre los personajes y los animales en el filme: «Es crucial para captar la esencia de la vida rural. Quería que las actrices [Laia Manzanares y Ángela Cervantes] realmente conectaran con este entorno, así que pasaron tiempo entrenándose en mi granja y en otra cercana al rodaje. Aprendieron todo, desde mover un rebaño hasta asistir partos [una de las escenas más conmovedoras de la película es precisamente la del parto de una oveja], para entender la dureza y la belleza de este mundo. Esa autenticidad era vital para transmitir el tono de la película».
Influencia
No aparece, nunca se le ve, ni siquiera en una foto, pero el personaje del padre es una presencia muy fuerte. Como lo fue en la vida de Gala Gracia, quien hoy es quien es en gran medida por influencia paterna. «Mi padre era veterinario de grandes animales, pero también tenía un espíritu muy artístico: era amante del jazz y del cine de autor. Desde pequeña, me introdujo en este mundo que acabaría por apasionarme», recuerda la realizadora.
Gala creció en Benabarre, una de las ciudades clave la comarca aragonesa de La Ribagorza. Pero tiene ascendencia andaluza, nos dice, y quiere contar una historia aquí, entre nosotros, en Andalucía: «Si hiciera otro largometraje en solitario, me encantaría que fuera en Andalucía. Mi familia materna es andaluza, así que tengo una conexión emocional muy fuerte con esa tierra. Me interesa explorar las historias locales, los paisajes que encierran recuerdos y cómo el sentido de pertenencia a un lugar moldea nuestras vidas. Creo que el cine puede ser una herramienta poderosa para dar voz a esos microcosmos que, aunque sean pequeños y muy personales, terminan resonando universalmente».
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