Reconocimiento

María Luisa San José: el merecido tributo a mucho más que una de las mujeres más guapas del cine español

La actriz madrileña, una de las presencias inolvidables de las películas patrias de los años setenta, recuerda su carrera y asegura que el cine, el que la encasilló por su belleza, sigue siendo cruel con ella: «Por eso me he refugiado en el teatro», aseguró horas antes de recibir el homenaje del Festival

La actriz madrileña, en el Teatro Cervantes

La actriz madrileña, en el Teatro Cervantes / Gregorio Marrero

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Málaga

Una de las iniciativas más necesarias de este Festival de Málaga cuya razón de ser es documentar y certificar la salud del cine en español contemporáneo es la Biznaga Ciudad del Paraíso, el galardón que reconoce las carreras de veteranos miembros de la comunidad cinematográfica de nuestro país. Si el año pasado la honrada por el premio fue la gran Lola Herrera, otro nombre imprescindible de nuestra pantalla y escena, María Luisa San José, es la galardonada de la vigésimo octava edición del certamen.

Durante muchos años, su excepcional belleza le trajo a la actriz madrileña notables quebraderos de cabeza profesionales y, lo peor, un trato condescendiente. Cuenta ella misma que una vez el productor Elías Querejeta, con el que contactó para hacerse con el papel de una campesina en una película, le respondió: «Eres demasiada guapa para interpretar a una campesina».

Pero no crean que el cine ha dejado de ser injusto con San José: justifica su alejamiento del cine por la falta de personajes femeninos a partir de cierta edad, una situación que cree que ahora está empezando a cambiar. «A las mayores no nos quieren, por eso me refugié en el teatro», aseveró ayer, horas antes de subirse al Teatro Cervantes para recibir el homenaje del Festival de Málaga.

«Ahora ya sí nos quieren, lo dicen las directoras y las guionistas, que entienden muy bien la vida de las mujeres. A los directores les pregunto por qué no cuentan historias de mujeres, cuando hay tanto que contar», abunda la intérprete.

Mujeres cineastas

Afirma la intérprete, de 79 años, que contempla con interés y orgullo la actual eclosión de mujeres cineastas (recordemos que en la competición oficial del presente Festival de Málaga hay más directoras que directores): «Para eso se ha trabajado y se ha luchado mucho. Es un placer ver cómo por fin pueden expresarse, algo impensable» en su época, salvo excepciones como Ana Mariscal, Pilar Miró o Josefina Molina, algunas de las primeras directoras de nuestro país que impusieron su criterio en los sets.

Eloy De la Iglesia, Carlos Saura, Antonio Giménez-Rico, Francesc Betriu… son solo algunos de los directores que han contado con María Luisa San José para interpretar sus historias en la gran pantalla. También, claro, fue una de las protagonistas de aquel fenómeno tan propio de un tiempo y un lugar (la España que salía del franquismo), el destape: en su filmografía aparecen títulos como Mi mujer es muy decente, dentro de lo que cabe (1975) y Más fina que las gallinas (1976).

Clichés

Pero si uno se fija en la carrera de San José pronto encontrará hechos que driblan los clichés: por ejemplo, debutó nada más y nada menos que con Marcel Ophüls, en Hagan juego, señoras (1964). Además, su primer trabajo en la industria no fue precisamente delante de las cámaras, sino en la sección de revelado de un laboratorio cinematográfico, Madrid Film., y cuenta que hasta trabajó en el proceso de posproducción de la totémica Viridiana (1961), de Luis Buñuel. «En mi fuero interno ya sabía entonces que algún día trabajaría con estos directores que iban al laboratorio», dijo ayer San José , quien contó con orgullo que que Fernando Fernán Gómez se acordaba de ella y de su trabajo en el laboratorio cuando la dirigió como actriz.

Sobre el tipo de cine en el que trabajó fundamentalmente, esas hoy llamadas españoladas, la actriz madrileña señala que «era una forma de contar las historias habituales de la sociedad en ese momento, en clave de comedia, disparatada muchas veces». También era «una forma de conectar con un país en esas circunstancias, con una censura tremenda, pero habilidosamente había unos cerebros privilegiados que colaban unos textos que ni los mismos censores se daban cuenta».

«Echo la vista atrás y veo que mis predecesores han hecho lo que han podido para vivir y han vivido de esto. No han tenido escuela, y me parece un milagro que el cine español existiera en esa época».

Si empezara ahora su carrera, le gustaría rodar «con alguna directora», pero también cita a algún cineasta español como Amenábar, «que es un cerebrito».

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