ENTREVISTA | Íngride Santos directora y guionista
«La primera vez que vi una batalla de gallos me pareció teatro griego»
La cineasta catalana debuta en el largometraje zambulléndose en la cultura urbana y uno de sus fenómenos más singulares, las batallas de gallos; telón de fondo para otras cuestiones como la migración

Ingride Santos, ayer en el photocall del Muelle Uno del Festival de Málaga. / EFE/JORGE ZAPATA
¿Cómo se interesa usted por una historia como la de Ruido?
Es una historia atípica, distinta, no estamos acostumbrados en el cine español a encontrarnos una historia sobre la cultura urbana... Muchas veces dicen que, antes de hacer una película, tienes una imagen muy clara en mente, una escena o un plano que quieres rodar; en mi caso, todo comenzó con una batalla de gallos en particular. Fue a través de un corto, en que me adentré en el mundo de la música urbana, del que siempre he sido una gran fan. Descubrí en Barcelona las batallas de gallos. Cuando fui la primera vez, me enganché; pensé: «¡Esto parece un teatro griego!». No podía creerlo. Me pareció algo súper creativo, espontáneo y crudo. A partir de ese momento, comencé a asistir asiduamente a las batallas de gallos durante cuatro años. De ahí nació Ruido.
Loca cuarentona
Es un fenómeno protagonizado por jóvenes. ¿Cómo lo hizo usted para documentarse?
Al principio iba allí, me pedía una birra, pasaba desapercibida... Luego me convertí en esa loca cuarentona que está escribiendo un guión. Y ahora, bueno, ya todo el mundo me conoce.
Ya tenía el contexto de su película; le faltaba encontrar a la protagonista.
Empecé a investigar quiénes eran las chicas que participaban en las batallas de gallos. Fue un proceso rápido, porque en ese momento, de 100 competidores, tal vez había unas 10 chicas. Esa cifra rápidamente se redujo a 8, y actualmente quizá queden 5. Entre ellas estaba la Tifa, quien se convertiría en la protagonista. Cuando vi a la Tifa rapear en la plaza, fue un momento impactante. Pensé: «Madre mía, ¿pero qué es esto? ¡Me encanta!». Desde ese instante, ella se convirtió en un elemento esencial de la película, aportando una autenticidad única. Reconstruí todo el artefacto narrativo a partir de su historia, basándome en lo que representaba su contexto cultural.
La ausencia casi total de violencia en la película, dejando solo un puñetazo, ¿es una elección narrativa deliberada?
La violencia está muy mal vista en el mundo del freestyle. Ese puñetazo del que hablas quizá sea lo único que me han criticado. Es como si me dijeran: «Te dejamos hacer esto, pero sabes que no es normal». Los freestylers son personas súper pacíficas; lo que hacen es un show. Las batallas de gallos son lo más parecido a la lucha libre. Aunque tengan esa intensidad verbal que podría parecer violenta, en la vida real son muy pacíficos.
Presencia de la muerte en el filme
La muerte está muy presente en el filme. ¿Cómo podríamos sensibilizar a las instituciones y a la sociedad en general sobre la problemática que enfrenta la comunidad musulmana respecto a la falta de espacios en los cementerios y el impacto emocional que esto genera?
Es un tema que he estudiado y preparado en profundidad. La trama plantea un problema muy presente en la comunidad musulmana de nuestro país: la falta de espacio en los cementerios para enterrar a sus seres queridos. Este hecho lleva, en muchos casos, a exhumar cuerpos y repatriarlos al país de origen, lo que resulta especialmente duro para las nuevas generaciones y también para las personas que se convierten al Islam. Pensé que es algo que la gente necesita saber.
¿Cree que Ruido es una película exclusivamente dirigida a los jóvenes o que podría servir como puente para unir generaciones diferentes?
La película tenía como objetivo capturar una fotografía cultural del momento actual, documentando cómo somos y cómo nos relacionamos en esta época. Además, también tenía la intención de generar un diálogo intergeneracional. Hace poco, una señora me comentó que había visto la película y luego decidió mostrársela a su hijo de 12 años, quien la disfrutó mucho. Esto es algo que ya me había sucedido con mi corto Beef, sobre una trapera, cuando padres se lo enseñaban a sus hijos para acercarse más a ellos. Me parece fascinante, porque aborda esa diferencia intergeneracional de la que también trata la película, y logra unirlos. Ese impacto inesperado que ha logrado la película es realmente especial.
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