Entrevista | Alejandro Marín Director

"Que Massiel le dijera 'no' a una foto con Franco fue un acto político"

Charlamos con el malagueño Alejandro Marín, el realizador de la serie 'La canción', que recrea el triunfo de Massiel en Eurovisión

Alejandro Marín, con Carolina Yuste, en el Festival de Málaga

Alejandro Marín, con Carolina Yuste, en el Festival de Málaga / Gregorio Marrero

Málaga

Alejandro Marín, el realizador malagueño que despuntó en la serie de Bob Pop 'Maricón perdido' y en el largometraje 'Te estoy amando locamente', dirige la miniserie 'La Canción', producida por Movistar Plus+ y centrada en la histórica victoria de Massiel en Eurovisión 1968 con el famoso 'La, la, la'. La trama, ambientada en el vibrante contexto de la televisión española, sigue a Esteban Guerra, un ejecutivo de RTVE encargado de garantizar el triunfo de España en el concurso musical europeo. A través de intrigas, decisiones clave y el reemplazo de Serrat por Massiel, la serie explora los desafíos de la Operación Eurovisión. 

Se está convirtiendo en un experto en recrear épocas.

La verdad es que sí. Esta serie tiene múltiples capas, pero la recreación me parece uno de los logros más destacables de la producción. Ha sido todo un reto. Yo creo que no voy a volver a hacer nada de época... ¡Ahora quiero hacer algo futurista! Es broma, pero realmente ha sido una experiencia maravillosa. Aunque estoy aquí hablando en singular, este proyecto fue el resultado de un trabajo en equipo inmenso. Todo partió de un guion muy bien documentado, y el resto de los departamentos trabajamos en conjunto manteniendo un diálogo constante. Nadie iba por su lado; el objetivo siempre fue que los elementos encajaran a la perfección.

¿Cómo encuentra uno la libertad creativa cuando está hablando de hechos reales?

Ése fue el gran desafío: encontrar ese equilibrio entre el rigor histórico y la libertad creativa. No queríamos terminar haciendo algo rígido o excesivamente cuadriculado. Esa colaboración entre fotografía, dirección de arte, vestuario, maquillaje y peluquería fue clave. Cada detalle, desde la caracterización de personajes reales hasta la ambientación, exigió muchísima precisión. Además, había que evitar caer en algo caricaturesco o paródico, lo que hubiera desvirtuado el trabajo.

Fue especialmente delicado porque, aunque contábamos con mucha libertad creativa, estábamos narrando hechos históricos españoles bien conocidos. Muchos espectadores vivieron esos eventos y los recuerdan con detalle. Había, por tanto, una enorme responsabilidad para respetar esa memoria, pero sin perder la frescura de la ficción.

Esa aproximación se aplica también a los personajes reales, ¿verdad? 

Exacto, no queríamos que la serie se convirtiera en un biopic. Era importante mantener la energía auténtica de estos personajes, humanizarlos sin imitar al pie de la letra sus vidas. Optamos por una versión más libre, y creo que conseguimos transmitir lo que buscábamos.

Da la sensación de que elige sus proyectos buscando que sean vehículos de reflexión, instrumentos para transmitir mensajes importantes.

Sí, siempre busco conectar con proyectos que tengan una intención más profunda, que vayan más allá del mero entretenimiento. En este sentido, siento que 'La canción' logra algo poderoso: permite a las personas que vivieron esos eventos revisitar un triunfo emblemático, pero con una nueva perspectiva. Por ejemplo, la historia de Massiel nos muestra la cara oculta de aquel éxito, como cuando fue vetada tras negarse a hacerse una foto con Franco. Ella era un ícono, no solo en España, sino también fuera de nuestras fronteras, y tomó una decisión fiel a sus principios, aunque eso le costara un año entero de trabajo en la televisión pública. Para mí, la política no se define únicamente por grandes leyes o instituciones, sino también por los pequeños gestos. El hecho de que Massiel dijera "no" a una foto con Franco, incluso siendo la ganadora de Eurovisión, es un acto político.

En muy poco tiempo ha realizado 'Te estoy amando locamente', 'Maricón perdido' y ahora 'La canción', y para hacer todo esto te tuviste que ir de Málaga.

La verdad es que este recorrido ha sido toda una experiencia. Me fui de Málaga con 20 años para estudiar en la ESCAC, donde rodé 'Maricón Perdido'. Más tarde, continué mis estudios en Sevilla. Este proyecto lo hemos rodado en Madrid, la edición se realizó en Barcelona y recientemente terminamos el sonido en Madrid. Así que, prácticamente, el AVE y yo nos hemos vuelto mejores amigos. Ha sido un camino interesante, especialmente porque muchas de las oportunidades han surgido entre Madrid y Barcelona, ya que gran parte de la producción española está concentrada en estas ciudades. Aunque, sinceramente, me encantaría volver a Málaga. Sin embargo, entiendo que esto forma parte del trabajo. También he tenido la suerte de mantenerme vinculado a la ESCAC, donde he dado clases después de finalizar mis estudios. Esto me ha permitido seguir conectado con la escuela y no quedarme en casa esperando el siguiente proyecto. Dar clases me encanta, es una forma de mantenerse activo y nutrirse del ambiente creativo.

¿No cree que el acceso a la educación cinematográfica de calidad debería ser más inclusivo y accesible? 

En ciudades como Málaga, con su riqueza cultural y artística, sería ideal contar con una escuela de cine de alto nivel, no solo para formar a talentos locales, sino también para atraer a estudiantes internacionales.El cine no solo es entretenimiento, sino también una herramienta poderosa para capturar y proyectar la esencia cultural de una sociedad. Democratizar el acceso a las escuelas de cine fomentaría una mayor diversidad de voces y perspectivas. Imagínese iniciativas públicas o privadas que apoyen la creación de estas escuelas en lugares estratégicos. Por ejemplo, el Festival de Cine de Málaga podría colaborar con instituciones para fundar una escuela que fuera accesible para todos. Esto no solo impulsaría la educación cinematográfica, sino que también vincularía la vida cultural de la ciudad con la formación de nuevos cineastas.

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