Cuando la realidad económica nos obliga a pensar mucho más en el día a día, en muchas ocasiones nos olvidamos del futuro, y la realidad, es que si ponemos los ojos en nuestra edad de jubilación se prevé al menos, complicada. Y es que este futuro esta mucho más allá de la recuperación de la crisis, que algunos ya fechan para el próximo año (el propio ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro este lunes en el Senado), si no en analizar los problemas que quedarán en nuestra economía en el largo plazo, y uno de los más importantes es el futuro de nuestra Seguridad Social. La Guía de Planes de Pensiones de Iahorro, patrocinada por Inversis Banco, te ayuda a conocer mejor esta gama de productos y puedes descargártela de forma gratuita en este enlace.

Después de años de superávit (32.673 millones destinados al fondo de reserva entre los años de 2000 y 2006), ya tenemos que “echar mano a la caja” para poder cuadrar las pensiones este año, y no sólo del fondo de contingencia -del cual ya se han utilizado 396 millones este año-, sino del propio fondo de reserva del cual se emplearan 4.000 millones de euros para el pago de pensiones contributivas este año, y todo ello, a pesar de que no se han revalorizado las pensiones en el 2,9%, como lo marcó el IPC de noviembre y se ha optado por una subida más moderada del 2% para las pensiones inferiores a los 1.000 euros y del 1% si son superiores a esta cantidad.

¿Por qué se necesita usar el fondo de reserva? Sencillamente, porque hay un claro desequilibrio entre lo que ingresan los cotizantes, y los que reciben los pensionistas. Con una tasa tan elevada de desempleo los primeros se han derrumbado, mientras que la esperanza de vida sube, y se destina cada vez más dinero al pago de pensiones. Es más, las perspectivas no son halagüeñas, la recuperación de empleo cuando se produzca va a ser lenta, la esperanza de vida seguirá creciendo y ya hay previsiones del Instituto Nacional de Estadística que hablan de una caída de población de 1 millón de personas para 2020 y casi 5 millones para dentro de 50 años, fundamentalmente por la escasa natalidad y la emigración de los más jóvenes, la población que sustenta el sistema.

Teniendo estas previsiones ¿Por qué no pensar en el futuro? La realidad que ven muchos expertos es que se tenderá hacia un sistema mixto, por el cual, sería bueno complementar nuestra pensión ganada tras muchos años de cotización con otras fórmulas de ahorro y previsión, y la más importante, son los planes de pensiones.

Fiscalidad y mucho más

Las razones para elegir un plan de pensiones son muchas, pero estas son algunas de las más importantes:

-Fiscalidad favorable año tras año: Las aportaciones realizadas a Planes de Pensiones son deducibles de la base imponible del IRPF, hasta el 30% de la suma de los rendimientos netos del trabajo y de actividades económicas o 10.000 euros si eres menor de 50 años, y el 50% o 12.500 euros si eres mayor de esta edad. Es decir, se discrimina positivamente cuando estas más cerca de tu edad de jubilación.

-Compatible con otras deducciones: Ahora que cada poco menos de un mes para que acabe la deducción de vivienda para aquellos que adquieran su primera residencia (se mantiene para todos los que ya la hayan comprado), es importante destacar la importancia de la compatibilidad entre ambas, ya que si la deducción de vivienda nos permite deducirnos hasta el 15% de lo pagado en el año para su adquisición con un tope de 9.040 euros, con el plan de pensiones tenemos los límites ya descritos, y mientras que con el plan de pensiones se reducen los rendimientos de trabajo, en la vivienda habitual lo hace sobre la cuota íntegra del impuesto. Una combinación fiscalmente ganadora.

-Permite empezar el plan realizando pequeñas aportaciones: Este es un punto muy positivo y recomendable especialmente si tenemos un horizonte de jubilación amplio. Muchas veces se piensa en un plan de pensiones como un producto “elitista” o que sólo hay que considerar cuando tenemos la jubilación muy cercana. Pero esto está muy lejos de la realidad, en la que es más que recomendable empezar pronto a construir nuestro plan y desde pequeñas aportaciones que eviten un gran esfuerzo en momentos económicos delicados como el actual.

-Podemos cambiar sin tributar por ello: Muy acorde a nuestro horizonte de inversión a largo plazo, es ir adecuando nuestro plan y el riesgo de inversión al tiempo pendiente para nuestra jubilación. Por ejemplo, podemos empezar con planes más arriesgados en los que se invierte renta variable y destinamos pequeñas aportaciones periódicas, para que a medida que pasen los años ir trasladándolo a productos de menor riesgo en el que consolidar nuestras ganancias. Los planes de pensiones permiten diseñar estrategias activas de inversión de las que tenemos que aprovecharnos.

-Elegir la mejor forma de rescate: Llega nuestra jubilación y tenemos que tener muy en cuenta la fiscalidad, ya que la cantidad que percibamos será considerada como un rendimiento de trabajo. Por ello, tenemos flexibilidad en el cobro. Por un lado, todo el dinero de forma de capital, tributaremos más por ello, por nuestro sistema de “escalones” que eleva los porcentajes impositivos cuanto más se gane, pero tenemos la ventaja de poder disponer en ese momento de todo lo ahorrado. En el lado contrario está hacerlo en modo de renta, fraccionando el pago durante un determinado número de años, y cobrando en caso de fallecimiento la cantidad que quede sin pagar sus herederos. Y por último, hacerlo de forma mixta, cobrando un capital al principio y distribuyendo el resto en determinados años.

En definitiva, productos fiscalmente atractivos, flexibles y al alcance de todos para pensar en lograr un futuro más tranquilo.

Antonio Gallardo. iAhorro.com. Analistas de finanzas personales