Mantener el hogar en orden conlleva un sinfín de tareas a realizar diariamente. Un trabajo no retribuido que nos hace invertir mucho tiempo y en ocasiones dinero. Una de las tareas domésticas que más atención requiere es la de realizar la compra. Sin embargo, tener todos los productos que necesitamos controlados es algo complicado. Por lo que se dan muchos casos en los que volvemos a casa, comenzamos a colocar cada objeto en su lugar y nos damos cuenta de que nos hemos olvidado de algo. Un verdadero quebradero de cabeza.

Para evitar situaciones como ésta se suele optar por escribir una lista de la compra con todos los artículos que nos hacen falta. No obstante, puede ocurrir que se nos escape alguno y que cuando vayamos a cocinar, por ejemplo, nos demos cuenta de que no lo habíamos apuntado, y por lo tanto, tampoco comprado. Para evitar confusiones como éstas existe un método de lo más eficaz y sencillo de realizar: la compra inversa.

Este truco, consiste en escribir una lista de la compra con los productos que tenemos, en lugar de los que necesitamos. De esta forma, generaremos un listado de artículos que utilizamos en nuestra cotidianidad.

Es recomendable asignar un día concreto al mes para llevar acabo esta tarea. Así, tendremos claro cuándo dedicar el tiempo a confeccionar nuestra lista. Si no seleccionamos un día concreto es probable que dejemos de hacerlo. Cuando llegue el momento, anotamos en una lista toda la comida que tengamos en nuestra despensa, nevera y armarios. El primer día será más engorroso porque se empieza desde cero. Pero tranquilidad. El resto de ocasiones será mucho más sencillo.

Cuando tengamos el listado preparado podemos planificar los menús del mes. Así, lograremos rotar la comida y utilizar todos los ingredientes que ya tenemos, ahorrando dinero y sin desperdiciar nada. Si necesitas algún ingrediente que no tienes, apúntalo. Y si encuentras algún producto en tus armarios que no te gusta o no vas a consumir regálalo a un amigo, un familiar o al mismo vecino. Así, evitaremos tirar nada.

Por último, cabe destacar que una de las grandes ventajas de ese sistema es que iremos al supermercado con una lista lógica y con productos absolutamente necesarios. Así, solo compraremos lo que necesitamos. Además, si acudimos a hacer la compra con el estómago lleno será más difícil que caigamos en tentaciones y no compraremos caprichos superfluos. Ahora bien, si de verdad nos hace especial ilusión comprar algo en concreto, podemos hacer una excepción que valga la pena.