Dice la RAE que asesorar es "aconsejar o informar a alguien sobre cierta cosa". Esa definición no obliga al consejero a ofrecer un análisis positivo, sino que tiene por objeto situar ante la verdad objetiva para que se puedan tomar decisiones acertadas. Eso es algo que debería tener en cuenta cualquiera que consulte a un corredor de seguros y también, éste debe tenerlo claro pues nos pagan por ser honestos, no complacientes.

Por algo menos de 1.200 euros puedo adquirir un viaje combinado que incluye unos días en Hong Kong. Esta fue la ciudad que visitó un pasajero del crucero estadounidense Diamond Princess que se contagió con el ya famoso coronavirus que parece tener origen en Wuhan, otra ciudad china distante 920 Km del punto de desembarco del turista. A continuación, ese pasajero contagió (de momento) a 174 compañeros de viaje de un total de 3.600 pasajeros y tripulantes. El crucero está amarrado en el puerto de Yokohama y retiene, cautivo por cuarentena, a todo aquel que emprendió el viaje.

Si un solo pasajero puede contagiar a 174 personas ¿qué podría ocurrir si ponemos a 100 personas contagiadas a viajar por el mundo? ¿Y si es el viajero quien contacta con estas?

Las autoridades chinas han tomado cartas en el asunto y hasta tenemos imágenes de camiones y personal equipado con trajes ABQ fumigando ciudades. La OMS habla de pandemia mientras en España aún no han saltado alarmas oficiales.

El miedo al contagio se ha hecho tangible en España con la cancelación del Mobile World Congress que debía celebrarse en Barcelona. Una tras otra, grandes marcas tecnológicas globales han renunciado a la oportunidad de presentar su innovación al mercado por temor a exponer a su capital humano más valioso y -por qué no decirlo- a asumir el riesgo de demandas si su ejecutivo de turno actuaba como vector de contagio frente a terceros.

Acabamos de conocer por medio del corredor de la organización (WTW) que su cliente rehusó contratar cobertura de pandemias. Una decisión llamativa pues no hay bolardo ni guardaespaldas que pueda reducir la amenaza global de un virus. Pero -cosas de los seguros- puede que aun así no existiera cobertura ante las pérdidas pues no hay a estas horas declaración de epidemia en España. Si cancelaron fue porque quisieron.

A nivel particular surge la duda al instante, acerca de qué pasará con uno mismo o con su familia al emprender un viaje de vacaciones o profesional si existe contagio con el coronavirus o, ya que estamos, con el siguiente en la lista.

Básicamente un viajero que se halle ante un contagio en el extranjero pensará que puede resolverlo mediante su seguro médico o un seguro de asistencia en viaje. Mala idea, en general. Los seguros de viaje que conoce quien escribe excluyen de partida cualquier cobertura por pandemias. Bueno, la tendrán cubierta como una enfermedad más hasta que sea declarada como epidemia y ahí es donde surge el conflicto pues no habrá asistencia sanitaria garantizada, ni repatriación ni tampoco coberturas derivadas de cancelación o anulación del viaje de darse ese contexto. Aclaro que no se salvan ni las coberturas de asistencia en viaje contratadas en agencias de viajes, ni las complementarias de los seguros médicos ni aquellas vinculadas a tarjetas de crédito o débito. Lo mejor que he encontrado ha sido que no se cite expresamente la epidemia, pero sí causas extraordinarias, o de fuerza mayor o masivas.

Teniendo en cuenta que las epidemias son algo que viene de antiguo (la peste negra, la gripe española o el ébola son ejemplos) llama la atención al profano que la industria aseguradora se sacuda de encima, con carácter general, este tipo de riesgos que pueden tener un efecto dramático para su cliente. Podemos buscar la raíz de la decisión en lo que se llama el "cúmulo de riesgo" y que hallamos en muchos seguros de viaje asociados a paquetes vendidos por agentes de viajes en los que nuestra cobertura va ligada a un límite colectivo que afecta a todos los asegurados. Esto es, independientemente de que mi seguro garantice 30.000 euros (por ejemplo) si el límite colectivo de la póliza de la agencia es de 1.000.000 euros, cada asegurado que precisa asistencia va consumiendo ese límite, a la par que el suyo particular. Si el consumo pasa de 970.001 euros mi seguro empieza a reducirse en cobertura, aunque yo no haya consumido ni un céntimo porque otros asegurados se están cargando mi límite.

Las aseguradoras, en general, están dispuestas a correr un riesgo con un individuo concreto, pero les cuesta mucho asumir que tienen que exponerse ante pérdidas millonarias a causa de un evento o circunstancia que afecte a una masa importante de asegurados. Una pandemia puede afectar a miles en un corto plazo de tiempo.

No obstante, es de cajón que en algún momento estos riesgos globales tendrán que ser abordados por la industria del seguro y más vale que se vayan poniendo las pilas, aunque ello -por supuesto- implicará un coste mayor del seguro. También podemos esperar a una vacuna que, en el caso del coronavirus, puede tardar año y medio siempre y cuando para entonces no tengamos que enfrentarnos a una mutación.

Para terminar, conviene que el ciudadano asuma que estar informado correctamente es necesario para tomar decisiones inteligentes y adecuadas, especialmente en seguros. Es imprescindible leer los contratos de seguros más allá de un folleto para almas cándidas y víctimas fáciles. Hay que mirar más allá del precio y de las caras sonrientes de los anuncios y estudiar si el seguro es el que nos interesa, realmente, porque aporta la confianza suficiente para aceptar correr el riesgo que se plantea. De otro modo no dejaremos de ser tontos con iniciativa o compradores ilusos que corren graves riesgos que no hubieran aceptado de conocer las reglas del juego.