Crónicas de la ciudad

Una lápida en Málaga, contemporánea de lo mejor de Cervantes

En una casa de calle Especerías se conserva una lápida de 1614 que conmemora las obras de las nuevas carnicerías centrales de la Málaga del Siglo de Oro

Este trozo de la Málaga del XVII, en una casa de Especerías.

Este trozo de la Málaga del XVII, en una casa de Especerías. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En 1614 Miguel de Cervantes estaba embarcado en una de las venganzas más geniales de la Historia de la literatura, su insuperable respuesta al falso Quijote de Avellaneda -publicado ese mismo año- y que aunque la historia lo ha puesto a caer de un burro, lo cierto es que quien se adentre por sus páginas igual concluye que no es tan mal libro.

Claro que la ‘venganza’ de Cervantes, la segunda parte del Quijote, publicada al año siguiente, en 1615, roza la estratosfera comparada con la versión del terrenal Avellaneda.

El caso es que, en esas andaría don Miguel en 1614 y quién sabe si la redacción o corrección de algún capítulo no coincidió con la instalación en el Centro de Málaga de una lápida conmemorativa que todavía sigue entre nosotros, dentro de un edificio decimonónico de Cirilo Salinas.

Hace algunos años ya hablamos de ella, se encuentra en el patio delantero del número 11 de calle Especerías y conmemora la construcción de las nuevas carnicerías que se encontraban en un corto tramo entre calle Cisneros y calle Especerías, y que en ese arranque del XVII llevaba el lógico nombre de calle Carnicerías.

La lápida no cuenta nada de las obras, la pista nos la da, una vez más, Francisco Bejarano Robles en su libro ‘Calles de Málaga’, que explica que ahí se encontraban las carnicerías centrales de la ciudad, a las que las carretas procedentes del matadero -en El Perchel se encontraba tanto el matadero como la correspondiente calle La Matanza- se dirigían muy temprano a depositar la mercancía.

El excelente historiador José Villena Jurado nos recuerda por su parte en su gran obra ‘Málaga por el Rey Don Felipe, nuestro señor, Tercero de este nombre (1598-1621)’, que en esta carnicerías tan próximas a las tiendas de especias de calle Especerías también se depositaba la denominada «carne mortecina», es decir la de los animales que criaban malvas de forma natural.

La lápida, por cierto, es una lección de ‘desnortamiento informativo’, pues menciona al Rey Felipe III y a un buen número de autoridades pero se limita a decir que el corregidor «esta obra mandó hacer», sin mencionar cuál, como si las carnicerías del Siglo de Oro duraran milenios.

El corregidor o gobernador, por cierto, era el murciano Gerónimo Santacruz Fajardo, quien pocos años antes ejecutó en Málaga la orden de expulsión de los moriscos. La lápida también recuerda al diputado Juan Contador de Baena, de linaje judeoconverso y que no tuvo problemas para integrarse en la Málaga de su tiempo.

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