Crónicas de la ciudad
Un día de campo inquietante en el arroyo Mendelín
Este arroyo junto a La Virreina, vinculado a una familia de origen alemán, recibe a agrupaciones celulares que lo dejan pringoso y, lo peor de todo, con su cauce lleno de todos los objetos posibles.

Cauce del arroyo Mendelín, esta semana. / A.V.
Uno de los casos más curiosos de adaptación de un nombre extranjero al habla de Málaga lo tenemos en el lagar de Mendelín, hoy, en parte, felizmente recuperado como casa rural.
Como nos recuerda el malagueño Carlos Sánchez, de la plataforma Lagares y Cortijos, como mínimo este complejo a dos kilómetros de La Virreina hunde sus raíces en el siglo XVIII. Además, es de los pocos que conserva la bodega de maduración de los caldos.
Lo más curioso es que perteneció a la familia alemana Wunderlich. El apellido, en su origen, viene de un adjetivo que en español puede traducirse como ‘fantástico’ o ‘extraño’.
Y claro, el fantástico ‘Wunderlich’ -pronunciada la che final como jota suave- debió de resultar bastante enrevesado de pronunciar y memorizar, así que terminó convirtiéndose en ‘Mendelín’. Se trata de un proceso parecido al del apellido flamenco Sweerts, que acabó transformándose en ‘Suárez’ -y de ahí, la Granja y el Camino de Suárez-.
El lagar tiene una vecina corriente de agua que, por la misma inercia, en lugar de ‘arroyo Wunderlich’ pasó a llamarse arroyo de Mendelín. Curiosamente, en El Palo sí mantiene el nombre una corriente de agua unida a tierras de propietarios alemanes: el arroyo Wittemberg.

Vista del inicio de la parte soterrada del arroyo Mendelín. / A.V.
El arroyo
Eso sí, si los comerciantes de vinos Wunderlich pudieran viajar a nuestro siglo, igual necesitaban aplicarse sales, para recuperarse del soponcio.
Porque, si bien el arroyo Mendelín, encauzado con grandes piedras rumbo al Guadalmedina, baja por la parte más ‘noble’ y ajardinada del parque periurbano de la Virreina -del que hablamos ayer-, la cruda realidad es que es un lugar elegido para practicar una modalidad de ‘día de campo’ diferente.

Posibles rastros de alguna 'maldición de Moctezuma' de ida y vuelta, junto al arroyo Mendelín. / A.V.
La ‘jornada particular’ tiene como principales características tanto el bebercio como una especie de ‘maldición de Moctezuma’, pues los bajos de los álamos están perlados de unas manchas blancas que no se corresponden con el envés de las hojas, sino con las del papel higiénico.
Por lo demás, el cauce reseco conservaba esta semana un variado surtido de latas, botellas, bolsas y hasta mobiliario -de usar y tirar, claro-.
Por lo menos, en esta ocasión no localizó el firmante una motocicleta como años atrás.
Queda claro que el arroyo Mendelín proviene de ‘Wunderlich’, que, en este caso, no se traduce por ‘maravilloso’ sino por ‘extraño’... o incluso ‘inquietante’.
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