La bajada desde la basílica de la Victoria es uno de esos momentos que se esperan con ganas el Domingo de Ramos. El sol haciendo brillar con fuerza el dorado del trono y el grupo escultórico que acompaña al Señor de la Humildad. El espectador se deja llevar por las distintas escenas que se recogen en ese grupo escultórico y que contrastan con la serena actitud de Jesús, manso ante la fiereza y odio que lo rodea. Es toda una obra catequética que, además, le suma una alta calidad artística.
Procesión de la cofradía de la Humildad.
Álex Zea
La bajada desde la basílica de la Victoria es uno de esos momentos que se esperan con ganas el Domingo de Ramos. El sol haciendo brillar con fuerza el dorado del trono y el grupo escultórico que acompaña al Señor de la Humildad. El espectador se deja llevar por las distintas escenas que se recogen en ese grupo escultórico y que contrastan con la serena actitud de Jesús, manso ante la fiereza y odio que lo rodea. Es toda una obra catequética que, además, le suma una alta calidad artística.
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Álex Zea
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Álex Zea
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Álex Zea
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Álex Zea
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Álex Zea
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Álex Zea
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Álex Zea
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Álex Zea
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