Verde y Azul

Cuando el supermercado se convierte en un mar de plástico

Alimentación. Hace aún pocas décadas, el único plástico que había en la nevera eran los envases de yogur, alguna botella de agua y poco más. Hoy, el sobreenvasado se ha convertido en una epidemia y llega a extremos grotescos. La consecuencia más inmediata es un aumento exponencial de los residuos que genera la industria de la alimentación. Cada vez más voces reclaman que se vuelva a la venta a granel o que, al menos, se reduzcan los niveles de envasado. Las grandes cadenas empiezan a ser conscientes del problema, pero los progresos son lentos.
Los grandes supermercados se están convirtiendo en auténticos océanos de plástico. Desde hace unos años, la comida va apareciendo envuelta en capas y capas de envoltorio artificial, hasta llegar a situaciones realmente absurdas. Hay cadenas que plastifican individualmente todas y cada una de sus naranjas, cebollas o pepinos, y además las colocan una a una en bandejas del mismo material. ¿Para qué? Como recuerdan los expertos, las frutas y legumbres ya llevan su propio envase natural (la piel), que no se come y cumple precisamente la función de aislar al producto de cualquier contaminación o daño. Se generan así residuos injustificados que, en gran parte de los casos, van a parar al medio ambiente.

La fruta a granel (como se ha vendido toda la vida) está en peligro. Las manzanas, los plátanos, las fresas, las legumbres y, en realidad, cualquier cosa, aparece de pronto envasada en una bolsa o red de plástico, lo que además condiciona al cliente a la hora de elegir las cantidades que desea comprar. Ya no puede elegir cuántas unidades quiere llevarse, hay que comprar el envase entero.

El problema aumenta en los últimos años con la irrupción de la fruta troceada, que se vende en tuppers de plástico, con un tenedorcito también de plástico, listo para comer. Las ensaladas embolsadas fueron el precedente. Según la Asociación de Fabricantes y Distribuidores de España (AECOC), entre 2015 y 2018 la cantidad de frutas y hortalizas preparadas ha pasado de 99.000 a 106.000 toneladas. Esa una tendencia al alza, entre otras cuestiones porque el cliente «no tiene tiempo» para preparar las frutas y verduras, alega AECOC, y por ello el comprador agradece este tipo de productos.

En la sección de bollería y repostería apenas hay producto que no vaya doblemente envuelto en plástico, como las bolsas de magdalenas, que van envasadas una a una en este material, y luego metidas todas en una bolsa. Los ejemplos son casi infinitos.

Hay empresas en España que incluso envasan las cebollas una a una. | A. Escrivà

El director general de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS), Ignacio García, replica a las crecientes críticas por el exceso de envoltorios artificiales: «Siempre que hay un envase, existe una razón. No se ponen por capricho. Las razones de su empleo son variadas, desde la conveniencia del consumidor a la conservación del producto. Pero la más importante, sin duda, es la seguridad alimentaria». García añade que «el plástico está demonizado», si bien «puede haber materiales alternativos que, teniendo en cuenta el ciclo de vida completo del envase, tengan un impacto superior en el medio ambiente». «El papel no sirve para envasar determinados productos, aparte de que consume una gran cantidad de agua para su fabricación», argumenta. También admite que las protestas ciudadanas han permitido «detectar algunas situaciones que no estaban justificadas y se han ido corrigiendo».

El plástico no es obligatorio

Expertos oficiales, empezando por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, aclaran que la proliferación de envases plásticos, si bien puede contribuir una mayor higiene, «no es el resultado de una obligación de seguridad alimentaria». Hay otras formas, indican, de garantizar esa higiene, como es el uso de guantes o pinzas para coger los productos a granel.

Las grandes cadenas de supermercados de España generan todo los años una cantidad de plástico que aún no ha sido totalmente evaluada por la falta de datos. Eroski, la cadena con mejor reputación en materia medioambiental, admite que en 2018 generó 818 toneladas de residuos plásticos. Lidl, por su parte, afirma que solo en bolsas de plástico generaba 1.500 toneladas de residuos, si bien este elemento está siendo erradicado por la cadena, pionera en esta medida. Mercadona cifra en 3.000 toneladas anuales el plástico procedente de los embalajes recuperados en sus tiendas que son luego reaprovechados. Son cifras astronómicas, y faltan las cantidades del plástico que el cliente se lleva a su casa tras la compra.

Greenpeace ha hecho público un detallado informe en el que evalúa a las grandes cadenas españolas en función del sobreenvasado y ha puesto nota a cada una de ellas. Las mejor paradas son, por este orden: Eroski, Aldi y Mercadona. Las peores son Carrefour, Alcampo y El Corte Inglés. Eroski ha anunciado su intención de «aumentar la venta a granel de frutas y hortalizas» y asegura que actualmente ya supera el 60% de artículos vendidos sin envase. «Continuaremos aumentando este porcentaje progresivamente», afirma un portavoz de la cadena. En 2019 Eroski ha ‘desnudado’ de plástico limones, mandarinas, nectarias, paraguayos y melocotones rojos.

Un cliente ante un puesto de carne en un supermercado. | EFE

Lidl, por su parte, se compromete a garantizar, para 2025, el 100% de reciclabilidad y a reducir un 20% la cantidad de plástico utilizada en los envases de marca propia. Mercadona ya ha sustituido los bastoncillos de plástico por otros de cartón biodegradables y en 2020 sustituirá platos, vasos y cubiertos de plásticos desechables por otros reutilizables o bien hechos en otros materiales. No da fechas para objetivos más ambiciosos: «Es algo que no podemos decidir nosotros, sino en colaboración con los proveedores de envases y los envasadores de nuestros productos», aclara la empresa.

«Se necesitan medidas más ambiciosas por parte de los supermercados, y que publiquen las cantidades de plástico que usan cada año», afirma Greenpeace. «Comprometerse a reducir un 20% los plásticos suena bien, pero es prácticamente imposible saber qué significa si no sabemos la cantidad que usan actualmente. No es lo mismo reducir el 20% de una tonelada que de cien», añade.

Joan Lluís Ferrer

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