Policía Nacional frente al ciberacoso:
“No tengas miedo, no tengas vergüenza”
Abraham Bedmar y Ana Llorente son policías nacionales. Pero a los centros escolares van para escuchar, explicar y prevenir. Ambos forman parte del Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad en los Centros Educativos, una iniciativa del Ministerio del Interior que busca proteger a los menores en sus entornos más sensible: la escuela y la red.
La amenaza que más les ocupa últimamente tiene nombre: ciberacoso. “No es un problema puntual entre iguales”, dice Ana. “Es un hostigamiento reiterado, que humilla, a veces de forma anónima, con una audiencia ilimitada. Y la víctima ya no tiene refugio: ocurre 24/7, sin pausa ni descanso”.
Un delito que no se ve, pero que deja huella
“El ciberacoso se puede dar desde una broma cruel hasta la suplantación de identidad o el montaje de imágenes degradantes”, explica Abram. “Pero tiene algo común: causa sufrimiento. Y muchas veces empieza en el aula y continúa en las redes”. Los policías trabajan en contacto directo con los centros escolares, detectando casos de riesgo, interviniendo cuando es necesario, y sobre todo, formando y sensibilizando a alumnado, familias y docentes. “A veces, tras una charla, un menor se nos acerca y nos dice: esto que habéis contado, me está pasando”, cuenta Ana.
Hay señales: cambios de humor, aislamiento, excusas para no ir a clase. Pero hay consecuencias que van más allá de lo psicológico. Ana recuerda el caso de una niña que, fruto de la ansiedad provocada por el acoso, sufrió un bloqueo en la pierna. “No podía caminar. No había causa médica. Era puro estrés”.