Miguel Ángel Santos Guerra es un maestro todoterreno que en su larga labor como docente ha conocido todo el sistema educativo, desde Primaria a la Universidad. Exdirector del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga, desde hace años destila sus conocimientos sobre la gestión educativa y el mundo de la Educación como columnista de La Opinión de Málaga.

Muchas de esas columnas, agrupadas en el blog del periódico, El Adarve, pueden leerse ahora en Un ramo de flores para los docentes del mundo, que acaba de publicar originalmente en Argentina en Homo Sapiens ediciones.

Escritas en un tono ameno y claro, como corresponden a un buen profesor, sus reflexiones suponen una optimista visión de la complicada pero apasionante profesión de maestro, un simbólico ramo de flores para insuflar ánimos porque como señala el autor, «creo que la escuela es la institución optimista por antonomasia».

A través de reflexiones, historias y extractos de otros expertos del gremio, Miguel Ángel Santos Guerra analiza el trabajo de maestro y los retos a los que se enfrenta. El autor ha dividido sus artículos en ocho grupos temáticos de flores de colores (blancas de ilusión, amarillas de aprendizaje, verdes de optimismo, azules de esfuerzo, rojas de dolor, violetas de mejora y naranjas de amor), que guían al lector y le anuncian que no pasará de largo por asuntos espinosos.

En todo el libro subyace el veterano deseo del autor por conseguir un profesorado motivado en unas aulas en las que se respire innovación.

Por eso en su epílogo declara: «Hay que poner flores en el desarrollo profesional de los docentes. Hay que llenar de flores la escuela, simbólica y realmente».