El escritor y periodista de La Opinión José Antonio Sau, finalista del prestigioso Premio Setenil de Relatos, se estrena en la novela negra con Lola Oporto, ambientada en una Málaga azotada por la crisis y protagonizada por una audaz y contradictoria detective.

Es conocido ante todo como escritor de cuentos. ¿Le resulta fácil pasar del cuento a la novela?

El relato es mi terreno natural. En él nací a la literatura y en esa militancia espero seguir durante muchos años. Ahora bien, mientras que un libro de relatos es exigente en cuanto a que requiere del escritor una variedad de planteamientos temáticos y estilísticos, una novela te estruja en otra dirección, porque requiere de tu atención durante muchos meses con un trabajo casi diario, escribiendo o pensando. Una novela no se puede abandonar durante meses para después volver sobre ella, pero un libro de relatos sí puede trabajarse durante años, recurriendo a sus páginas para cambiar o mejorar algo una vez que lo has empezado. Cada cosa tiene sus peculiaridades y dificultades, así que sí ha supuesto un reto.

¿Qué le atrae más de la novela negra?

Bueno, la novela negra es el vehículo literario más perfecto para hablar de los bajos instintos y pasiones humanas. Por eso me seduce tanto.

¿Cuáles son sus escritores favoritos en este campo?

Diría que los tres grandes, Chandler, Dashiell Hammett y Jim Thompson, son los que marcaron el camino, pero, sobre todos, prefiero a Henning Mankell. Luego, claro está, he leído a Markaris, Camilleri o Vargas. Y, entre los españoles, me atraen las tramas de Falcó de Pérez-Reverte, el lenguaje casi poético de Rafael Chirbes y la frescura de Clara Peñalver.

En Lola Oporto enseña las cartas al lector desde el principio: un hombre quiere asesinar a otro y da los nombres y apellidos de ambos .¿Por qué ese enfoque tan directo?

Hay dos concepciones de partida en la novela negra. Ir mostrando poco a poco las cartas o enseñarlas desde el principio y crear el suspense jugando con el ritmo narrativo y con la posibilidad de que se cumpla, o no, la hipótesis de partida. En este caso, elegí el segundo camino.

¿Lo prefiere a la sorpresa final, tan presente en las novelas policiacas?

Más que preferirlo o no, lo que sucede es que en mi cabeza la novela se planteó así desde el inicio, esa fue la premisa dramática. No elegí. Simplemente seguí el dictado de lo que iba creando.

De telón de fondo, la crisis, la corrupción urbanística, Marbella... ¿qué papel ha jugado su trabajo como periodista de tribunales?

El haber sido redactor de Tribunales durante diez años en este periódico ha hecho que la documentación no supusiera un trabajo enorme previo a la redacción de la novela. Casi todos los hechos que forman parte del paisaje de la trama los he vivido como periodista, aunque esto es ficción y los tuerzo a mi voluntad con el fin de que encajaran en la novela. Nada es real, aunque todo está basado en la realidad.

La acción transcurre en una Málaga castigada por la crisis, aunque con algunos nombres cambiados de personas, lugares y negocios. ¿Cuál ha sido el motivo?, ¿le ha salido con ello una Málaga más literaria?

Creo que Málaga empieza a ser, por fin, escenario preferido por los escritores locales y nacionales para situar tramas de distinto signo. El cambiar personas, lugares y negocios tiene un fin último, que nadie se sienta aludido directamente por la novela, ni molesto, claro. Pero pensaba que acercándome de forma distinta a realidades conocidas por todos los que vivimos aquí es esencial para que todo encaje.

La crisis no ha dado lugar a soluciones tan desesperadas como las que se plantean en su libro. ¿Por qué cree que los españoles hemos aguantado tanto?

Hemos aguantado porque las redes familiares aún siguen siendo férreas y porque sabemos buscarnos la vida, a pesar de nuestros gobernantes. La desesperación, de cualquier forma, sí ha estado presente en muchos amigos o personas que conozco.

¿Cómo surgió el personaje de la detective Lola Oporto? Parece una heroína pero de nuestro tiempo: cargada de contradicciones...

No me gustan los personajes apolíneos ni los dionisíacos. Creo que todos somos capaces de lo mejor y de lo peor y un personaje sin contradicciones, como decía Sam Savage, es un personaje muerto. Lola es una mujer en un mundo de hombres, pero conoce sus códigos y los domina a la perfección. Es fuerte y decidida, porque para su trabajo necesita esas cualidades, aunque también se ve tocada de refilón por la corrupción y también sufre una fuerte crisis personal y profesional, aunque tiene claro qué quiere y qué no. Refleja o cumple con el arquetipo que se pide a los detectives del género a la perfección.

Como escritor del siglo XXI, ¿hasta qué punto le influye lo que lee y lo que ve (series, películas)?

Las series han cambiado la forma de contar. También en las novelas, ya no son necesarias esas descripciones de las novelas decimonónicas. Eso sí, entre mis fines, y eso es herencia directa de las series y de las novelas que consumo, está que mi prosa sea sensorial, evocadora, y visual.

¿Es de los que va con la linterna al tiempo que surge la trama o de los que planifica?

La verdad es que parto de una idea y necesito saber el puerto al que he de llegar. Todo lo demás lo voy pariendo mientras escribo. No trabajo mucho los textos antes de ponerme a escribir más allá de seguir los impulsos iniciales. Y aunque trato de encajar en algún método, cada vez tengo más claro que no puedo cambiar cómo escribo.

¿Habrá más aventuras de Lola Oporto?

Sí, habrá más aventuras de Lola Oporto. Acaba esta novela con poco más de 40 años y muchas aventuras que vivir y crímenes que resolver.