La propuesta narrativa en sencilla: Orencio Beotas es un joven que ha superado los 35 años y su vida en su desastre. Lo ha dejado con Elena, la mujer de su vida, lleva meses desempleado y engancha empleos tales como lavar coches o sacar la basura de su vecino, entre otros, todo ello sin dar de alta, por supuesto. Además, conoce a otra chica cuyo pasado hace que no esté en la situación ni el momento ideales como para tener una relación con él. El entorno de Orencio, su padre, su madre, su hermana o su cuñado, lo creen incapaz de acabar nada, dejó la universidad sin terminar Informática y está a punto de perder el pequeño piso que se compró en los años del boom del ladrillo, inasumible para un pusilánime como él. Sin embargo, el nudo gordiano de la trama no son todas estas circunstancias que ya de por sí plantean un conflicto casi insuperable, sino el reto que tiene ante sí mismo y ante su familia, una herencia que consiste en que cada primogénito llamado Orencio Beotas ha acabado un libro, Al otro lado de la pared, y ahora esa tradición, revelada por su padre en el entierro de su abuelo, cae sobre él como un rayo fulminante, en el peor momento posible.

La principal traba de Orencio, un desastre con patas, es la falta de confianza en él mismo, pero a lo largo de la novela el protagonista irá sorteando todo tipo de obstáculos sentimentales y pecuniarios hasta enfrentarse a la pregunta decisiva: ¿será capaz él de escribir la novela que, tiempo atrás, han acabado los primogénitos de la familia Beotas? Para ponérselo más difícil, su tío le da un año para concluir la obra y, si es incapaz de lograr tal objetivo, espera que la tradición pase a su familia, a su primogénito, otro Orencio Beotas.

La novela tiene muchas lecturas, pero yo me quedo con tres: en primer lugar es una radiografía certera de la soledad del escritor ante el hecho literario, la asunción tranquila o desordenada de la vocación, las inseguridades propias de quien cree no estar a la altura y de los precipicios y abismos interiores que se abren bajo los pies de quien ha sido llamado por la literatura, si acaso a compartir siquiera unas migajas del festín de la ficción. Esa lucha contra sí mismo y contra las expectativas que han puesto en él los demás es el primer conflicto al que se enfrentará Beotas. La segunda lectura es el repaso fascinante y detallado que hace el autor, con una escritura muy visual y dinámica, sobre las consecuencias de la crisis económica en chavales de la edad de Orencio Beotas, cómo el boom económico y luego la explosión de la economía española llevaron a tantos y tantos como él al borde de una vida errada, al arcén de la exclusión social, la generación más preparada al borde de la cuneta. Hay una tercera lectura, y es el fresco magnífico sobre las relaciones familiares y amorosas que hace el autor: la relación de Beotas con su padre y su madre o su hermana, sus idas y venidas con Elena y sus coqueteos con Mara, la pasión descontrolada en su vorágine vital.