La Fundación Unicaja y las Publicaciones de la Residencia de Estudiantes presentan este Epistolario de quien fue director y alma de esta última, en una edición encuadrada en el proyecto Epístola, con encuadernación sobria y elegante, clara tipografía (¡y casi total ausencia de erratas!), bajo la dirección de James Valender y José García Velasco junto a un nutrido grupo de colaboradores.

Años de investigación en archivos particulares y oficiales han hecho posibles los tres tomos de esta obra de tres mil páginas que reúne cerca de dos mil cartas de los años 1905 a 1964 la mayoría inéditas, escritas por Alberto Jiménez Fraud (algunas también por su esposa y colaboradora Natalia Cossío) o a ellos dirigidas por más de doscientos corresponsales de la Edad de Plata de la cultura española: de Unamuno y Ortega y Gasset, Marañón o el Duque de Alba a Juan Ramón Jiménez, Américo Castro, Severo Ochoa, Caro Baroja...

Pese a su imponente volumen, la obra es apasionante, amena y variada, tanto por los acontecimientos históricos que vivieron sus protagonistas como por su altísimo nivel intelectual y humano.Un malagueño cabal y poco conocido

«El tipo de andaluz fino y cultivado, comedido, corto de palabras, de sobria cortesía...». Esta es la imagen de Alberto Jiménez Fraud que Francisco García Lorca, estudiante en la Residencia como su hermano Federico, evoca en sus memorias, que habría que completar con su ausencia de vanidad, nulo afán de notoriedad, tenacidad...rasgos que esta correspondencia atestigua sobradamente.

Nacido en 1883 en Málaga, de familia acomodada, su vida y su obra, como las de tantos españoles de su generación, se resumen en dos etapas: La primera, desde 1904, año en el que, tras cursar el Bachillerato y la carrera de Derecho, deja su ciudad natal y llega a Madrid para cursar el doctorado, hasta el año fatídico de 1936; la segunda, en el exilio hasta su muerte en 1964.

De Málaga trae ya un espíritu liberal e inconformista amén de un grupo de amigos para toda la vida, los conocidos como la peña malagueña: su hermano Gustavo, los Orueta, José Moreno Villa y Manuel García Morente, que comparten sus inquietudes e ilusiones.

El joven estudiante queda fascinado por las ideas y el ejemplo de uno de sus catedráticos, el también malagueño Francisco Giner de los Ríos, ya entonces figura intelectual prominente y legendaria desde que fundara con otros, en 1876, la Institución Libre de Enseñanza con el objetivo fundamental de regenerar España mediante una educación laica, libre de dogmas y consignas políticas, tolerante y abierta al mundo.

Totalmente imbuido de este ideario institucionista, Jiménez Fraud dedicará muchas horas de estudio a la Pedagogía y viajará en varias ocasiones a Inglaterra, donde conoce de primera mano su sistema universitario y entra en contacto con los estudiantes españoles allí enviados por la Junta para Ampliación de Estudios.

Integrado ya definitivamente en la familia institucionista, es asiduo de sus reuniones, tertulias y excursiones y se casa en 1917 con Natalia, hija de Manuel B.Cossío, íntimo colaborador de Giner de los Ríos y su sucesor al frente de la Institución.

En 1910 había aceptado la oferta de dirigir el experimento de una pequeña residencia de estudiantes en un chalet de la calle Fortuny que comenzaba con una docena de alumnos.

Desde esa fecha hasta 1936, afrontando dificultades políticas, económicas y burocráticas de todo tipo, lleva a cabo la obra más importante de las acometidas por la Institución Libre de Enseñanza: La primitiva Residencia de 1910, el pequeño chalet madrileño, es, a la altura de 1930, el centro cultural más importante de España: modernos pabellones, laboratorios, un auditorio, biblioteca, jardines y campos de deportes forman en la Colina de los Chopos, una Ciudad Universitaria a escala.

En su consecución han intervenido muchos colaboradores de la Institución, como es lógico, pero el conjunto, en todos sus elementos, lleva el sello de los años de minuciosa dedicación de Jiménez Fraud: la modernidad, la funcionalidad, la sobria elegancia que le caracterizan están presentes en los edificios, el mobiliario,los jardines...

Si en el aspecto externo, estético, ha dejado su huella, la correspondencia de estos años da cuenta de su gestión al frente de la Residencia, a la que va modelando para conseguir el ideal soñado por él. Moreno Villa lo define como «un fanático para su Residencia» que no deja un solo día de pulirla en algún detalle.

Consigue que Unamuno, Ortega, Juan Ramón Jiménez y otros personajes de gran categoría asuman, sobre todo con el ejemplo, la labor tutorial de los jóvenes residentes, así como la fijación de las normas básicas de convivencia; Francisco García Lorca cuenta cómo Jiménez Fraud hacía sentir su autoridad de forma casi invisible mediante una disciplina voluntariamente aceptada por todos, sin reglamento alguno, y la aportación inestimable de la esposa, Natalia Cossío, en la creación del ambiente de amistad, familiar pero respetuoso, que imperaban.

Todo esto sin descuidar las tareas administrativas, las visitas, conferencias y conciertos de Einstein, Bergson, Stravinski y muchos más de esa talla, como parte de su programa educativo.

En paralelo al proyecto elitista de la Residencia, desarrolla otros de mayor contenido social, como las Bibliotecas Populares, colabora intensamente en las Misiones Pedagógicas, ayuda y asesora a la Universidad Popular de Segovia, emprende la edición de libros baratos (la colección Granada), es miembro del Comité Hispano-Inglés que preside su amigo y mecenas el Duque de Alba,etc.

La Residencia, bajo su dirección, se ha convertido en una referencia de modernidad educativa en Europa. Le Corbusier la define como «escuela de solidaridad, de espíritu de iniciativa...un monasterio sereno y alegre».La catástrofe

En la inquietante primavera de 1936 el matrimonio Jiménez está en los Estados Unidos, por invitación del mecenas Gregorio del Amo, para estudiar el sistema universitario; desde Madrid, su amigo Jorge Silvela Loring (que será paseado por los milicianos en el mes de agosto) en carta que le dirige en marzo, le aconseja que demore su regreso a España, pese a lo cual vuelven a finales de abril y se encuentran en el ojo del huracán a partir de la rebelión militar del 18 de julio.

El desorden y la violencia se desatan en Madrid, en España se impone el maniqueísmo y los institucionistas se encuentran en medio de un fuego cruzado.

Dos cartas dirigidas a Jiménez Fraud ponen de manifiesto la amarga y peligrosa situación : «...los tiempos en España no están con nosotros...se quiere, se exige, la adhesión a una doctrina, a una secta, a un partido...»( García Morente); «...yo no soy persona grata ni a las derechas ni a las izquierdas y ahora no hay más que blancos o rojos».(Castillejo ).

Jiménez Fraud consigue la inmunidad diplomática para la Residencia y abre sus puertas para refugio de sus amigos, Silvela no llega a tiempo, Ortega, Menendez Pidal y otros lo consiguen hasta que pueden salir de España, y él mismo y su esposa huyen precipitadamente a París, hasta que al poco tiempo, con la ayuda del catedrático J.B. Trend, su gran amigo y asiduo de la Residencia, se trasladan a Cambridge y en 1938 a Oxford en cuya Universidad encuentra un puesto de lector de español dotado de un escaso estipendio.

Las cartas de estos primeros momentos del exilio nos muestran a Jiménez Fraud como el punto de referencia al que se dirigen sus amigos exponiéndole los problemas de la nueva realidad a la que se enfrentan: la inquietud por la familia que quedó en España (son patéticas las cartas de García Morente intentando sacar de Madrid a sus hijas ), la tarea de conseguir un visado, una conferencia pagada...algo con lo que empezar de cero.

La dictadura militar con predominio de la Iglesia, que había vaticinado Azaña, es la antítesis de la Institución Libre de Enseñanza con sus principios de rechazo de dogmas, libertad y tolerancia y en consecuencia se persigue a sus colaboradores y simpatizantes; la Universidad española queda arrasada, desprovista de sus mejores elementos dispersos por el mundo o humillados y silenciados en España; la Colina de los Chopos pasa a manos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, su Auditorium será una iglesia y su magnífica biblioteca es trasladada a un Colegio Mayor donde permanecerá ignorada durante años.

Instalados en Oxford,los Jiménez con sus dos hijos, viven con estrecheces ayudándose de traducciones que consiguen tanto él como Natalia, pero su hogar, digno y modesto, va a ser siempre un lugar de acogida de todo visitante que se acerque, sea de la ideología que sea, como atestiguan las cartas de, entre otros, Gerald Brenan, Caro Baroja o ¡el obispo Benavent! Pasan los años, la dictadura de Franco se consolida, la esperanza en una reconciliación o en la intervención de los países democráticos, soluciones en las que Jiménez Fraud no solo había puesto sus ilusiones sino también colaborado activamente, se disipa, sin embargo no se derrumba y sigue firme en su objetivo de mantener vivo el legado de la Residencia.

Ahora más que nunca será el nexo entre los antiguos residentes, colaboradores, amigos como lo atestiguan las muchas cartas de un lado y otro en las que le cuentan sus cuitas, le consultan, le traen noticias del país abandonado...

Cartas familiares

Son años también de intensa vida familiar, sus dos hijos se han casado y sus nietos pasan largas temporadas en su casa. Las cartas a sus hijos, a sus sobrinas, están llenas de cariño y preocupación por la salud y la formación de esta nueva generación en la que pone todas sus esperanzas.

Las cartas de Natalia en esta época informan de su permanente contacto con los familiares y amigos, del panorama que encuentra en sus visitas a España, del día a día de un ama de casa que está además preparando la reedición de la magna obra de su padre sobre El Greco.

Por su parte, Jiménez Fraud, jubilado ya, consigue trabajos de traducción de la Unesco y escribe sus obras sobre Juan Valera y la Visita a Maquiavelo, reelaborando además una serie de anteriores conferencias que darán como resultado una imprescindible Historia de la Universidad Española,solo publicada en España a partir de 1971.

Vuelto a España en 1963, con 80 años prosigue sus colaboraciones con la Unesco. Al año siguiente muere en Ginebra.

Esperemos que esta formidable edición, que es ya un documento imprescindible para conocer la Historia de España en el siglo XX sirva también para suscitar el interés hacia este malagueño cabal.