Suzanne Barbeau fue una artista del movimiento de Los Automatistas, nacido en Quebec en la década de los cuarenta, influenciado por el Surrealismo y su teoría del automatismo. El grupo hace público un manifiesto colectivo titulado «Rechazo Total» en el que reivindican su derecho a la libertad de expresión artística e individual, en una época en que la provincia de Quebec estaba fuertemente dominada por el político conservador Maurice Duplessis y por la Iglesia Católica.

Setenta años después de estos acontecimientos, la nieta de Suzanne Barbeau, Anaïs Barbeau-Lavalette, decide escribir la biografía de su abuela, basándose en su obra artística (cuadros y poemas), en cartas, notas, recortes de periódico y lo que la Historia y los que aún viven recuerdan de ella.

Suzanne, después de una niñez en Ottawa en una familia numerosa venida muy a menos por la Gran Depresión y la II Guerra Mundial, coge un tren sin retorno a Montreal y deserta de su familia para siempre. En Montreal entra en el círculo artístico de Paul-Émile Borduas y se felicita por haber encontrado otro lugar en el que siente que tiene cabida. Casada con uno de los pintores, Marcel Barbeau, y pronto madre, Suzanne lleva su vida «como un disfraz ligero», fácil de quitar.

La pareja vive en el campo en condiciones pésimas debido a su falta de dinero y Suzanne, anclada por dos bebés y con un marido semi-ausente, decide «salir de la escena por su propia voluntad». Se «expulsa» de ese entorno para no volver jamás. Deja a sus hijos en una institución y vuelve a Montreal a escribir y dibujar. Anímicamente destrozada por el sentimiento de culpa, Suzanne Barbeau inicia una peregrinación a través de ciudades y amantes: Quebec, Bruselas, Londres, Nueva York y nuevamente Montreal.