Una parte del mundo descubrió a Alice Munro en 2013, cuando recibió el Premio Nobel por su maestría en el arte del relato corto. Pero Munro llevaba ya muchos años fascinando con sus cuentos, ejerciendo un magisterio en este campo literario que, más allá de Anton Chejov, mamó de las tres grandes escritoras sureñas del cuento y la novela corta, Flannery O'Connor, Eudora Welty y Carson McCullers

Alice Munro ha escrito algunos de los relatos más significativos de la literatura en lengua inglesa, tiene esa sensibilidad especial, un acierto genuino y vital para contar en treinta páginas lo que otros no consiguen en novelas inconmensurables. Ese saber capturar la vida en pajarera de gorrión y no en jaula de león, sin desdeñar matices, hace de esta escritora canadiense una portentosa maestra del relato corto.

Cabe pues insistir en que en un mercado literario donde la novela reina como monarca absoluta y, a menudo, absolutista, el premio Nobel de Literatura de Alice Munro se presenta como un reconocimiento justo del valor cultural del cuento y el dominio de Munro en este género.

Ahora editorial Lumen nos trae otro de esos ejemplos de mundo munroniano con la publicación de ¿Quién te crees que eres?, un grupo de relatos que Munro escribió en 1977, pero inédito en España hasta ahora.

Sigue a una mujer, Rose, cuya trayectoria de vida tiene similitudes con la de Munro: una infancia difícil en Ontario junto a su madrastra, Flo; dedicación al trabajo; una beca a una universidad provincial. Rose proviene del lado pobre de Hanratty. Este hecho se enfatiza una y otra vez en esta historia porque Rose conoce a Patrick, un joven rico - muy rico-, y resulta que su noviazgo causa muchas confrontaciones incómodas. Rose se siente profundamente incómoda cuando visita a su familia, sabiendo que su ropa muestra cuán falsas son sus pretensiones. Patrick también se siente incómodo con la casa de Rose, y señala que debe estar tan contenta de alejarse de allí; al final la ruptura, el divorcio, y su vuelta a Hanratty.

Los problemas en este matrimonio no siguen una línea de partido feminista convencional, y aunque la historia explora la diferencia de clase entre Patrick y Rose, al final, se niega a usar la clase como un abrelatas. Pero una de las constantes de la narrativa de Munro es su renovada evocación de ese rastrillo de incomodidad en el que las mujeres todavía están obligadas a vivir sus vidas. Los peligros a los que se enfrentan las mujeres, culturales, históricos, locales y aquellos de la vida diaria. Munro ha hecho mas por la mujer, por su condición central en el mundo que legiones de feministas. Sin cupos y sin listas cremallera.

Más de la mitad de las historias de¿Quién te crees que eres? tratan sobre las experiencias de Rose con los hombres, la discrepancia entre lo que ella cree que quiere en una relación y lo que realmente la motiva. En Cisnes silvestres, una de estas historias de iniciación deliciosamente irreverente, ella es «seducida» en su primer viaje en tren por un ministro de la iglesia, anciano y lujurioso que logra su acción mientras finge dormir.

Munro describe con sensibilidad los estilos de vida, costumbres y valores de la gente común, a menudo revelando en el proceso de significados ocultos y las tragedias personales. Su estilo ha sido descrito como maravillosamente transparente, es sentimental y detallada como en una fotografía, tanto que incluso las corrientes subterráneas son extrañamente conmovedor e inquietante. Por regla general, los personajes de Munro son personas que conocemos todos los días, pero sus decisiones no son evidentes. A veces, un cambio pequeño, un incidente el curso de su vida, le da una nueva perspectiva, o proporciona una pieza clave para la historia.

No acierto a describir con suficiencia la brillantez con la que Alice Munro escribe una historia, y estas historias son joyas increíbles. El hecho de que Munro exhiba detalles minuciosos, detalles que a primera vista parecen micro en concepto, en realidad son una parte necesaria del todo, de la totalidad. Sin ellos, las vidas dentro de los cuentos excepcionales no se mezclarían con una precisión perfecta.