Entre los modernos trabajos de Hércules, uno de los más difíciles bien podría ser el escribir una biografía de Antonio de Lara, Tono. Lo han conseguido, sin necesidad de facultades hercúleas, la doctora en Historia Gema Fernández-Hoya y los investigadores Felipe Cabrerizo y Santiago Aguilar.

Los tres acaban de publicar en ediciones Renacimiento, Tono. Un humorista de la vanguardia, que durante unas 450 páginas desmenuza la vida y milagros de este humorista español, uno de los mejores representantes de 'La otra Generación del 27', como los bautizó Pedro Laín Entralgo.

Porque junto a la generación de los poetas, en los años 20 y 30 del siglo pasado se fraguó la generación de los humoristas, que tuvo a Ramón Gómez de la Serna de padrino, y de la que formaron parte Miguel Mihura, José López Rubio, Edgar Neville, Enrique Jardiel Poncela y, por supuesto, el dibujante jiennense.

Lo de trabajo hercúleo no es ninguna exageración, sino la constatación del gran trabajo de documentación de los tres autores, la primera de ellas con una tesis doctoral sobre Tono, porque el humorista andaluz siempre fue reacio a hablar sobre su vida privada, y ni siquiera en las pseudomemorias que publicó, siguiendo la estela de su gran amigo Miguel Mihura, dio muchas pistas sobre su existencia. Lo asegura otro de sus mejores amigos, José López Rubio: «De Tono sabíamos poco. Era como un extraterrestre caído del cielo».

Fernández-Hoya, Aguilar y Cabrerizo han logrado hilvanar la vida y milagros de este proteico creador, un todoterreno del humor o cómo tituló una obrita de teatro allá por 1972, 'El superrequetepluriempleadísimo'.

Como muchos de sus compañeros de generación, Tono transitará por históricas publicaciones humorísticas como Buen Humor y Gutiérrez, renovadoras de un humor patrio demasiado anclado en el siglo XIX, para dar el gran salto, tras el paréntesis bélico de la revista La Ametralladora, con ese gran revulsivo de los magines hispanos que fue La Codorniz.

Humor de vanguardia que no se limitó al papel, sino que dio el salto a los escenarios pero también al cine, tras la riquísima experiencia en Hollywood en los años 30, no solo de Tono sino de buena parte de sus compañeros de generación, con la excepción de Mihura.

Tono. Un humorista de vanguardia es un libro cuajado de datos muy bien entrelazados, lo que otorga liviandad al texto. Además, hay que agradecer el destierro del tono académico desde la primera página para adaptar la narración al biografiado y hasta adoptar, en algunos momentos de la obra su particular sentido del humor: «Podemos decir que pintura y escultura se funden en el lienzo, así que lo decimos».

En suma, una lectura deliciosa que transita por tierras muy poco holladas, dado el tradicional hermetismo de Tono, uno de los grandes del humor español del siglo XX.