La editorial Kailas es la que viene afrontando casi en solitario la publicación en España de los libros de Mo Yan. Lo viene haciendo desde 2007, mucho antes de que el escritor chino recibiese el Premio Nóbel de literatura, en 2012. Kailas inició su trabajo de dar a conocer en España la fascinante narrativa de Mo Yan con 'Grandes pechos amplias caderas', que mostraba la tragedia de las mujeres chinas en las zonas rurales, obligadas a realizar matrimonios forzosos, donde la ausencia de hijos varones se consideraba una desgracia intolerable. Desde entonces 14 títulos para dar a Mo Yan el reconocimiento de uno de los grandes de la literatura mundial.

Ahora Kailas nos trae 'Una carretera en obras', escrita por Mo Yan en 1986, una fábula, una narración alegórica en que la realidad cotidiana de China tiene de nuevo por escenario al mundo rural, sobre la construcción de una carretera, innecesaria e interminable que hace que la tensión y la violencia estallen en el grupo de trabajadores y desate las más bajas pasiones con el robo, la agresión sexual y hasta el crimen. Mo Yan no escatima crudeza y desgarro, relatando minuciosamente los actos de violencia que se desatan una vez que desaparecen los responsables de la obra y se rompe la camisa de fuerza ideológica del llamado socialismo chino.

Con ello Mo Yan introduce de nuevo una de sus constantes literarias para narrar la miseria vital y moral de la burocracia china, el enchufismo y la corrupción de la vida social y, con una cercanía no exenta de compasión, la vida de las gentes en su lucha cotidiana por subsistir y desgranar sus pequeñas esperanzas en un medio de una aplastante mediocridad y falta de libertad. Mo Yan es a su vez un maestro del humor, que utiliza con destreza para satirizar y desnudar hasta el ridículo y lo grotesco a la burocracia china de su país.

En 'Una carretera en obras' este dibujo grotesco de la burocracia aparece en las primeras páginas. Los trabajadores de la carretera ven aparecer un «destacamento militar», que no es sino «un atajo desbaratado de niños», vestidos con sucios harapos y, eso sí, una «majestuosa» bandera roja. Al frente de este «ejército» el mocoso Gao Xiangyang, que arengando a la tropilla obrera dice que es el secretario del «comité revolucionario de la escuela primaria», y exige que todos los trabajadores se reúnan para que él les difunda «los pensamientos de nuestro gran Mao Zedong». Mo Yan usa la parodia desde el interior mismo. Es el propio niño el que se caricaturiza a sí mismo, lo cual tiene un efecto ridículo y escandaloso.

Esta perspectiva crítica de Mo Yan está matizada por el realismo. No hay que olvidar que Mo Yan sigue vinculado al Partido Comunista chino y es vicepresidente de la asociación de escritores chinos, que controla el partido.

La perspectiva crítica matizada permite a Mo Yan retratar que en China hay corrupción, escaso respeto a los derechos humanos, la libertad de expresión está sujeta a censura, pero la China tradicional, la China profunda, no es menos refractaria a la modernidad. Las mujeres viven sometidas a la voluntad de sus padres y esposos, brutales e ignorantes. El problema no es sólo el socialismo, sino la ausencia de compasión.

Con ello, Mo Yan demuestra siempre que es un novelista de dimensiones universales que sin enfrentarse explícitamente al régimen lo somete a un duro examen crítico acerca de su historia y de su presente.

El resultado es un rico abanico de novelas, que mezclan la agitada historia de la China del último siglo con los ritos y tradiciones de las zonas rurales y el alma del pueblo chino, mediante un lenguaje realista, mágico, descriptivo, humanista y satírico, que se ha visto influido, según reconoce, por autores occidentales como Tolstói, Faulkner o Gabriel García Márquez.

Como gran admirador de este último, lo mágico y lo fantástico están también presentes en 'Una carretera en obras', a la que MoYan añade el aderezo de su sentido del humor y su perspicacia para convertir en fascinante un relato que sirve a la vez para traer a Occidente la complejidad milenaria del pueblo chino, pero de manera directa, con la sencillez del maestro que desentraña la pócima secreta.