«Hay días, como el de hoy, en los que tiemblo esperando tu carta con una expectativa insoportable». Es un Franz Kafka enamorado, que le escribe así a su novia Felice Bauer. No son apasionamientos juveniles. Kafka era ya un hombre de 29 años cuando le escribe así a Felice el 25 de noviembre de 1912. Pero en Kafka, otros amores eran más poderosos.

Entre el 20 de septiembre de 1912 y el 16 de octubre de 1917 Kafka mantuvo con Felice una correspondencia de más de quinientas cartas. Nórdica Libros, en una bella edición, publica ahora las Cartas a Felice, junto con un texto imprescindible, El otro proceso. Las cartas de Kafka a Felice Bauer, del premio Nobel búlgaro Elías Canetti. Este ensayo es fundamental como compañero de viaje en esta tarea de conocer al Kafka más personal, pues permite desentrañar como el escritor aborda su insomnio, su obsesión enfermiza por escribir, y otras actitudes, con un detallado análisis del sufrimiento del escritor durante los cinco años de su correspondencia con Felice. El ensayo de Canetti nos da las claves para descifrar las tribulaciones de un Kafka atormentado entre la creación literaria («toda mi forma de vida está centrada exclusivamente en la creación literaria», escribe) y lo difícil o casi imposible que le resultaba conciliar su obra literaria con tener a su lado una mujer como Felice, pese a quererla. Por eso la relación se volvió epistolar. Kafka le escribió mas de quinientas cartas en los cinco años que duró su relación (que tuvo dos compromisos matrimoniales anulados), pero sólo la visitó unas pocas veces en Berlín, donde ella vivía.

Su primer compromiso matrimonial con Felice se rompió cuando Kafka conoció a la bella Grete Bloch, amiga de Felice. Grete deslumbró a Kafka que, conmocionado, comenzó a escribirle unas cartas tan apasionadas y eróticas que Grete, confusa y culpable, se las acabó enseñando a Felice. La ruptura del segundo compromiso matrimonial fue tras conocerse la grave afección tuberculosa de Kafka, que le llevaría tempranamente a la muerte.

El acierto de Nórdica en publicar las cartas a Felice y el ensayo de Canetti, es doble pues permite, a la par, descubrir al escritor enamorado y conocer sus desequilibrios entre el amor literario y el femenino.