Necesitamos reírnos más, y a ser posible que lo hagamos con risas que no suenen a gruñidos o rebuznos. Esa cosa que fue el humor inteligente se cultivó mucho aquí en años más difíciles que estos nuestros de ahora. Aún me sorprendo cuando cazo en librerías de segunda mano algún ejemplar de Libros de Humor 'El Gorrión', colección de libros divertidísimos a precios populares que puso algo de humor en nuestra aún gris década de 1950 -su publicidad decía: «La colección en donde se dan cita los campeones de la risa, la sonrisa y la ironía»-. Más curioso aún es el caso de El Club de la Sonrisa, proyecto lanzado en aquellos mismos años por la sesuda editorial Taurus, y que inauguró Rafael Azcona, pero que también publicó a Mihura, Herreros, Neville Tono y Camba, entre muchos otros. Por fortuna, no me cuesta imaginar que alguna de esas colecciones hubiese publicado con orgullo y gusto El fantasma de Azaña se aparece en chaqué (Reino de Cordelia, 2019), del bueno de Alfonso Vázquez. Este malagueño con retranca y buenas maneras dice que con esta novela cierra el ciclo de su San Roque on-the-Rocks, ese pueblo españolísimo que él ha imaginado en plena costa inglesa, y en el que suelen suceder muchas locuras -en esta ocasión, Ortega y Gasset las pasa canutas con las pesadillas que sufre con Azaña como azote de su sueño-. Será que aún podemos reírnos.