Resulta difícil empezar estas líneas sin caer en la repetición de lo que otros vienen diciendo desde que hace unas semanas llegara a las librerías 'Sidi' (Alfaguara, 2019), la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte. Y es que sí 'Sidi' es un buen libro, una buena historia de aventuras que le hace a uno tener que limpiarse la cara de arena, sudor y sangre al final de cada capítulo y buscar el descanso bajo una sombra amiga tras cabalgar sin descanso por 50 o 100 páginas de este relato de frontera que cuenta esa parte no tan conocida (sinceramente, yo la desconocía) de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, Sidi Qambitur. Pero, ¿qué podía esperarse de Pérez-Reverte? Investigador incansable y meticuloso, escritor profesional -«trabajo ocho horas al día», afirmaba recientemente- y apasionado de la historia, el cartagenero recoge en casi 400 páginas que dejan con ganas de más parte del primer destierro de esta leyenda de la historia de nuestro país al cual el gran público apenas podrá asociar los nombres de Babieca o Charlton Heston (por la película de Anthony Mann de 1961) y que la lectura de 'Sidi' invita a explorar.

Y es que allá por el siglo XI, cuando El Cid batallaba por Castilla primero al servicio del rey Sancho y, posteriormente, a las órdenes del hermano de este, Alfonso VI, un desencuentro con este último le condenó durante un año al destierro junto a sus fieles seguidores, a su hueste. «Si vos, señor, me desterráis por un año, yo me destierro por dos», recuerda el héroe durante la novela, en palabras de Pérez-Reverte. Baqueteado por su consabida experiencia como corresponsal de guerra y transmisor como nadie de esos valores que siempre caracterizan a sus personajes, el autor de la saga del 'Capitán Alatriste' o de la más reciente 'Falcó', nos transporta con maestría a esa mesnada que campa por Castilla en busca de una tropa de musulmanes que saquea a las buenas gentes castellanas. Nos sentimos, y no es exageración, dentro de ese grupo de hombres que, con armaduras, lanzas y cascos y bajo el ardiente sol, espera ansioso las órdenes de su líder para entrar en combate, sobre todo en una primera parte de 'Sidi', La cabalgada, que muchos han asemejado a un western por aquello del calor, el sudor y esos hombres sin patria que no buscan otra cosa que un buen botín sin más bandera que la propia. Quizá sugestionados por la devoción que Arturo Pérez-Reverte profesa a este género cinematográfico, quién sabe. Lo cierto es que podría ser perfectamente una novela de caballerías en pleno siglo XXI, en el que su autor mezcla a la perfección su experiencia, su particular forma de narrar, la Historia propiamente dicha y terminología y expresiones de la época en un cóctel que invita a dar siempre un sorbo más. Y es que no tenemos que conocer con exactitud qué es un arzón, quiénes son los agarenos, qué aspecto tiene exactamente una aljuba o quién es ese Ruy Díaz si no el propio Cid para permanecer de principio a fin en una historia de hace nada más y nada menos que diez siglos.

Camaradería, coraje, lealtad... todos estos valores que antes hemos apuntado y que, obviamente, están presentes durante toda la novela brillan más que nunca en un pasaje en el que las lanzas están a buen recaudo, las espadas envainadas y los caballos descansando, esperando la llegada de una nueva batalla. La conversación entre Ruy Díaz y Tello Luengo, un soldado de su mesnada condenado a muerte por desobediencia es sencillamente magistral, como lo es también la caracterización de la soldadesca que acompaña al protagonista durante su destierro, en su visita al conde de Barcelona buscando un nuevo señor, en su llegada al reino de Zaragoza para ponerse a las órdenes de al-Mutamán y, cómo no, en el campo de batalla. Diego Ordoñez, Galín Barbués, Minaya... nombres con los que se viaja codo con codo para descubrir que hubo otros caballos antes que Babieca, que la Tizona no fue siempre la espada de El Cid y que no solo derramó sangre musulmana. Nos lo cuenta Pérez-Reverte en 'Sidi', su particular visión de El Cid, de la que ya ha anunciado que no contará por el momento más historias. Lástima, por vida de.