Novela

Tras sus últimas incursiones en otros escenarios literarios, como 'La última noche del Rais', que cuenta la última noche de Gadafi en Libia, o 'Dios no vive en La Habana' y 'Khalil', el joven terrorista que decide inmolarse, Yasmina Khadra vuelve al Magreb, a sus raices narrativas, a su mejor fuente novelista para contarnos La deshonra de Sarah Ikker. Lo hace a manera de thriller que no es mas que una tapadera que Khadra se encarga de irnos destapando para descubrir, página a página, la corrupción política y policial en Marruecos, el feudalismo reinante y el papel humillante y oprimido de la mujer en esa sociedad marroquí.

No es la primera vez que Khadra aborda con valentía estos temas. Lo hizo primero poniendo la diana sobre su Argelia natal y ahora apunta hacia un blanco como Marruecos donde la rapacidad y la avaricia parecen campar como armas principales de esa sociedad corrupta.

El protagonista y héroe forzado de la historia es Driss Ikker, un teniente de la Policía, hecho a sí mismo desde su humilde origen de hijo de un cabrero en el Rif, que escaló desde la pobreza hasta ese rango social medio que le permitió casarse con Sarah, hija de un alto cargo de la policía marroquí, un puesto muy influyente desde el que hace y deshace vidas y proyectos.

Sarah es su mejor estrella en el entorchado de Driss Ikker, algo impensable para el hijo de un pastor de cabras. «Parecía haber salido de una novela de Capote , con su mirada atrevida y su carisma».

Una tarde, al regresar a casa descubre que su esposa ha sido violada. En medio de un grave desequilibrio psicológico, se hunde en el alcohol, que lo llevará por un tiempo a un hospital especializado. Su matrimonio fracasa víctima de la depresión severa que sufre la mujer y acaba en tragedia. Pese a ello Driss Ikker, se empeña en averiguar qué pasó y pese a los intentos de sus superiores de apartarlo, su investigación alcanzará a las esferas más altas del poder. Ahí descubrirá verdades que resultan mas dañinas que la vejación sufrida por su mujer.

El relato se hace cada vez mas vibrante. Sobre el escenario de las intrigas policiales, Yasmina Khadra describe una sociedad corrupta desde el escalón más bajo hasta los niveles más altos de política. Una sociedad feudal, gobernada por la violencia y el dinero. El hombre posee la autoridad absoluta, las mujeres, sumisas y víctimas, solo tendrán éxito si pagan el precio de su propio yugo.