Los amantes de la novela de intriga histórica están de enhorabuena. De la mano de la editorial Salamandra ha llegado al marcado español '1793', del sueco Niklas Natt och Dag, un libro que se ha convertido en un superventas en varios países europeos, sobre todo en Suecia, donde fue galardonado como mejor libro de 2017. Su autor, perteneciente a una nobiliaria familia y que se curtió durante varios años como editor, afirma que su libro trata de aunar el rigor histórico y el misterio de la misma forma que lo hizo hace ya 40 años (¡cómo pasa el tiempo!) el ya desaparecido Umberto Eco con la famosísima El nombre de la rosa. No podemos decir, obviamente, que Natt och Dag haya logrado en su primera novela una obra tan redonda como aquella del semiólogo italiano, que es un prodigio de erudicción y misterio, pero lo cierto es que '1793' es una excelente tarjeta de presentación. De hecho, y en vista del éxito del libro, el autor ya ha publicado en Suecia la continuación (1794) de lo que será una trilogía.

La acción de la novela transcurre, como su propio nombre indica, en el Estocolmo de finales del siglo XVIII, que vive tiempos convulsos tras el asesinato del rey Gustavo III en una conjura organizada por varios nobles. También resuenan por el país los aires de revolución que llegan desde Francia, propiciando que en las altas esferas se viva un clima de conspiraciones continuas. En la calle, mientras tanto, el pueblo bastante tiene con sobrevivir, algo que suele siempre sacar lo mejor y lo peor del hombre. En realidad, si algo caracteriza a '1793' es su interés por radiografiar la naturaleza humana y su atávica capacidad de infligir el daño a sus semejantes. De hecho, la famosa frase de Homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre), popularizada en aquel siglo por el filósofo inglés Hobbes (aunque su origen real es de la Grecia clásica, al aparecer en una comedia de Plauto), recorre todas las páginas del libro y es incluso utilizada en boca de sus personajes protagonistas.

La trama del libro arranca una gélida mañana de otoño cuando Mickel Cardell, un veterano de la Guerra contra Rusia que trabaja como guardia en la ciudad, descubre en un lago un cadáver salvajemente mutilado (sufrió mucho antes de morir la amputación de las cuatro extremidades y le arrancaron los ojos, los dientes y la lengua). La investigación del crimen recae sobre Cecil Winge, un peculiar abogado-detective enfermo terminal de tisis y lector voraz de las ideas de Rousseau. Así, los destinos de Cardell y Winge se unen para esclarecer los hechos. La pareja recuerda al clásico binomio Sherlock Holmes-Dr. Watson, aunque el propio autor admite que se parecen más a Tintin y Haddock). Hay que advertir, en todo caso, que '1793' no es un libro de crímenes de salón sino una novela cruda, donde las torturas, los abusos del sistema policial, los sangrientos ajusticiamientos, la indefensión de los más humildes ante la maquinaria judicial o la pavorosa realidad de las cárceles de la época son retratadas con todo detalle. «Soy detallista, entro a fondo en las cosas, y me parecía lo más consecuente que esas escenas de violencia fueran así, sin que fueran gratuitas, porque pretenden tocar la fibra sensible del lector», ha comentado en alguna entrevista. El lector puede encontrar también reminiscencias de los escritos del marqués de Sade o pensar en la Sodoma y Gomorra bíblicas. En la novela, por ejemplo, aparece un siniestro club, el de los Euménides, compuesto por ricachones que disponían de un prostíbulo de lujo donde se producían todo tipo de vejaciones. Esta orden es inventada, pero se basa en algunas de las sectas que sí existieron en la época.

Natt och Dag confiesa que su visión del mundo es más negra que idílica, y cree también que en muchas ocasiones la literatura ha idealizado las condiciones de vida de siglos pasados. Precisamente, en la novela aparecen otros personajes claves como los jóvenes Kristohper Blix y Anna Stina, que ejemplifican las durísimas condiciones de vida en las que tenían que sobrevivir los más desfavorecidos, aplastados no sólo por la mezquindad de los poderosos sino también de sus propios vecinos o compañeros de fatigas. Y es que el autor argumenta, en todo caso, que la maldad reside en cualquier persona, al margen de su condición social. Como ocurría en 'El nombre de la rosa', en '1793', fascina mucho más el ambiente y el pensamiento de toda una época que la misma resolución del crimen, aunque la trama detectivesca, en la que el autor introduce diversos saltos temporales, sea también un gran acicate para enganchar al lector.