Si hay un autor de nuestros tiempos que ha convertido la literatura de viaje en un arte ese es Javier Reverte. No hay destino que se le resista y no hay lugar en el que el escritor no encuentre inspiración para lograr trasladar a sus lectores a espacios y ciudades que no parecen tan lejanos si él los descubre. En esta ocasión, Reverte elige un territorio que nos resulta conocido y que ha sido atractivo para el viajero desde tiempos inmemoriales, aunque en estos momentos, desgraciadamente, como nuestro país, sea noticia por la letal expansión del coronavirus.

Venecia, Trieste y Sicilia son los tres destinos a los que este maravilloso viajero encamina sus pasos, tres lugares tan distintos como iguales en su riqueza histórica, pero con pasados tan distantes que pudieran ser tres países cercanos pero alejados en su idiosincrasia. Comienza Reverte este viaje italiano en Venecia, esa ciudad estado que conoció el poder sin límites en otros tiempos y que en estos tiempos es una potencia turística plagada de visitantes ansiosos por navegar por sus canales y fotografiar sus "palazzi".

Y por sus calles llenas de turistas se pierde Reverte mientras recuerda a aquellos otros escritores que convirtieron a la ciudad en eterna. Porque Suite italiana no es sólo un libro de viajes, es un libro sobre los libros, sobre quienes moraron esos lugares y legaron a la humanidad obras tan magníficas como 'Muerte en Venecia' de Thomas Mann, que supo aprovechar la ciudad de los canales para convertirla en escenario de una reflexión sobre el amor, lo inexorable del paso del tiempo y la decadencia. Pero también hay en esta obra hueco para la historia, para entender el presente nada mejor que conocer el pasado y el de Venecia fue glorioso, desde su creación y como pieza fundamental de esas cruzadas fallidas en busca de recuperar la cristiandad.

La segunda parada de Reverte es Trieste y lo hace de la mano del recuerdo del escritor irlandés James Joyce, que pasó en la ciudad más de un sinsabor, pero en la que comenzó a alumbrar sus obras maestras. No fue una vida fácil la que Joyce vivió en esa ciudad de múltiples vidas y lenguas entremezcladas y que en los tiempos de Joyce seguía siendo parte del gran imperio austro-húngaro que sólo conoció el final a consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Sigue los pasos Reverte de Joyce para retratar una ciudad plagada de historia pero tomada ya por la globalización, esa evolución que nos hace que cualquier calle comercial de cualquier gran ciudad nos pueda parecer un mismo escenario.

Y de Trieste salta Reverte a la bulliciosa y compleja Sicilia. Y toca recordar a otros autores como Lampedusa, que legó 'El Gatopardo' a generaciones y generaciones de lectores y a la que Visconti le puso voz e imagen en un clásico del cine.

Es inevitable hablar de Sicilia y no hablar de la mafia, parte intrínseca de lo que es la isla hoy y de lo que fue en otros tiempos en los que la emigración llevó esa forma de entender la vida, el miedo y e l sometimiento a tierras americanas. Dice Reverte que «Sicilia es una tierra enigmática» pero el escritor logra convertir cada calle que pisa en algo más cercano, evocador y atractivo. Y nada mejor que leerlo en estos tiempos que nos toca ser viajeros en casa.