Recibí esta semana un paquete de Amazon, y al recogerlo recibí también una ración de miedo -mucho menor que con la que quizá cargue cada día el repartidor que se mantuvo a dos metros de mí, con mascarilla, guantes y chubasquero, tras depositar el envío en el suelo-. Pasado el susto, comencé a leer lo que me había llegado. Se trata de la segunda parte de 'La esperanza pese a todo' (Dibbuks, 2020), una tetralogía que el historietista francés Emile Bravo ha dedicado a las peripecias de Spirou en los años de la Segunda Guerra Mundial. Él califica esta obra como 'tragicomedia humanista', y no puedo estar más de acuerdo. Lo de Bravo es una obra maestra muy personal, forjada además con respeto y cariño hacia Spirou, ese aventurero vestido de botones que nunca ha tenido muchos lectores en nuestro país pero cuyas aventuras llevan siendo publicadas de forma ininterrumpida desde 1938. Las peripecias de Spirou y Fantasio que narra Bravo en estas páginas me hacen recuperar mi fe algo perdida en el tebeo francés. Esto es tan adulto y universal, inocente y trágico, divertido y crudo, como pocos tebeos he leído nunca antes -y quizá haya leído demasiados tebeos, aunque pocos tan buenos como este-. Mi duda es si debía haberme ahorrado el susto que yo viví, y de paso reducir así el miedo con el que trabaja el repartidor, porque quizá estos sean días para releer.