Hace tantos años que entre los posibles agraciados con el Premio Nobel suena el nombre del keniano Ngugi wa Thiong'o (Kamirithu, 1938), que se ha ganado el puesto de premiable 'ad aeternum'. Esta fijación en las quinielas no le garantiza el galardón pero sí la consideración de ser uno de los valores literarios más notables de todo el continente africano.

Y si su producción narrativa empieza a ser cada vez más conocida en España, la editorial Rayo Verde ha estado publicando en los últimos años, en impecables ediciones, las memorias de este excelente autor que tan bien ha sabido trasladar a la narrativa la magia de las historias orales de su Kenia natal.

En esta ocasión acaba de presentar la, por el momento, tercera parte de sus memorias, 'Nace un tejedor de sueños', después de las dos primeras entregas ('Sueños en tiempos de guerra' y 'En la Casa del Intérprete'), traducidas del inglés por Rita da Costa.

Las tres entregas se pueden leer por separado, pero sin duda, de la trilogía esta es la que más interesará a los lectores porque en ella se narra, además de la gestación del Ngugi wa Thiong'o como escritor y dramaturgo, la ansiada independencia de su país, liberado al fin del yugo británico.

Como bien resume el maestro keniano, el libro cubre el corto pero crucial periodo 1959-1964, años en los que marcha a Uganda a estudiar Filología Inglesa a la Universidad de Makerere cuando todavía es «un súbdito colonial» y al acabar ya es «ciudadano de una Kenia independiente». Entre medias ha publicado su primera novela, 'No llores, pequeño', está a punto de publicar la segunda, 'El río que nos separa', ha llevado a los escenarios varias piezas teatrales, escrito relatos y en la prensa cuenta con más de sesenta artículos.

Pero, aun cuando sus primeros pasos en el mundo del periodismo y la literatura son importantes, en 'Nace un tejedor de sueños' sin duda lo que marca toda la obra es cómo va forjándose una conciencia de intelectual cívico, insobornable y comprometido con su tierra frente a los desmanes de la potencia colonial, que en esos años combate a sangre y fuego al Ejército de la Tierra y la Libertad (caricaturizado por los británicos con el nombre de Mau Mau).

Esa toma de conciencia no se quedará en el terreno de las ideas sino que la trasladará a su literatura. Y así, wa Thiong'o, que es un agudo periodista y que en el resto de esta tercera parte expondrá sus recuerdos de forma cronólogica, inicia el libro con lo que considera más importante de las memorias, con la exposición de un hecho humillante y doloroso: Pese a haber ganado un importante certamen teatral universitario con 'Una tierra herida', la obra será vetada y no podrá representarse, como es tradición, en el Teatro Nacional de Kampala, la capital de Uganda.

El motivo es que en la trama, un funcionario colonial británico viola a una joven negra y según le razona un profesor, «un funcionario británico no puede hacer algo así». Y sin embargo, como se encarga de recordar el escritor, en la Kenia colonial abundan las violaciones, los asesinatos y hasta los campos de concentración.

Podría esperarse de esta toma de conciencia un tono encendido, pero Ngugi wa Thiong'o hace justo lo contrario y opta en todas estas memorias por una prosa firme, de gran elegancia y en ocasiones, de una ironía en la que no falta el desgarro, como cuando critica la visión edulcorada y racista de la famosa novela 'Memorias de África'.

De esta forma, además de la toma de postura política, nacerá en el keniano la determinación de que los escritores negros del nuevo país comiencen a transmitir su visión de la tierra en la que nacieron, después del condescendiente punto de vista de tantos escritores europeos. En resumen, una brillante 'bildungsroman colonial' en busca de la verdad y la justicia que vuelve a confirmar que wa Thiong'o es digno del Nobel.