Lo cuenta el propio García Márquez en su autobiografía 'Vivir para contarla'. Había escrito su primera novela 'La hojarasca' en condiciones paupérrimas, mientras escribía una columna mal pagada en El Heraldo, en Barranquilla y vivía en un cuartucho junto a un burdel, en 1951. Descontento con su acabado decidió no publicarla pero su amigo, el también escritor Álvaro Mutis, la envió a la editorial Losada, en Argentina. A los pocos meses recibió un escrito de la editorial rechazando la novela, la negativa venía firmada por el prestigioso crítico Guillermo de la Torre en la que entre otros argumentos, le decía que «no estaba dotado para escribir y que haría mejor en dedicarse a otra cosa». Evidentemente Guillermo de la Torre estaba totalmente demodé respecto a la novela de aquellos años. Su caso, no obstante no fue único, Marcel Proust vio como Gallimard rechazaba en principio 'En busca del tiempo perdido' y Nabokov vio como su 'Lolita' fue rechazada una y otra vez por distintas editoriales.

García Márquez moría hace ahora seis años. Un 17 de abril. El destino quiso que el escritor falleciera un Jueves Santo, igual que Úrsula Iguarán, la matriarca de los Buendía, la esposa de José Arcadio Buendía, sobre la que el escritor edificó una familia, una ciudad, Macondo, un mundo, un universo inéditos.

Ese universo se plasma en 'Cien años de soledad', la novela que catapulta a García Márquez y lo coloca en la cima de los grandes escritores que el mundo ha tenido: Cervantes, Shakespeare, Dickens, Tolstoi, Proust, Kafka, Joyce...

García Márquez, Gabo, para todos sus amigos y conocidos, escribió 'Cien años de soledad' en su escritorio de su casa de México llamado La cueva de la mafia. Se encerró allí durante 18 meses hasta que lo tuvo acabado, mientras su mujer acumulaba deudas.

'Cien años de soledad', con más de 30 millones de ejemplares vendidos y traducida prácticamente a todos los idiomas del mundo, apareció en 1967 y tuvo el sello de obra maestra de la literatura universal desdel su inicio. La novela, ejemplo de lo que entonces se llamó el realismo mágico, fue y es lo que Vargas Llosa definió como una «novela total», porque construye un mundo cerrado desde su nacimiento hasta su destrucción y muerte; construye un mundo de una riqueza extraordinaria y lo agota. La naturaleza de lo que describe es exclusiva e irrepetible.

En 'Cien años de soledad', señalaba el escritor mexicano Carlos Fuentes, Macondo se convierte en un territorio universal, «en una historia casi bíblica de las fundaciones y las generaciones y las degeneraciones, en una historia del origen y destino del tiempo humano y de los sueños y deseos con los que los hombres se conservan o destruyen».

A partir de 'Cien años de soledad' y al amparo de su éxito, van apareciendo las novelas y cuentos que Gabo había escrito con anterioridad pero que se había mostrado reacio a publicar.

Aparecen así los libros de su primera gran etapa, que es el periodo más fructífero de su narrativa. Son obras fundamentales, no solo para el autor sino para la narrativa hispanoamericana y mundial. 'La hojarasca', 'El coronel no tiene quien le escriba', 'Los funerales de la mamá grande', 'La mala hora'.

Su lectura permite comprender como García Márquez tiene un tema central, que es recurrente,que abraza toda su obra, una ambición única. Esta realidad unificadora es la de edificar una realidad cerrada, un mundo autónomo cuyas constantes proceden esencialmente del mundo de su infancia.

Las obras que aparecen después de 'Cien años de soledad': 'La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada', 'El otoño del patriarca', 'Crónica de una muerte anunciada', 'El amor en los tiempos del cólera', 'El general en su laberinto' y 'Del amor y otros demonios', tienen claramente una apuesta diferente a lo que eran las novelas del ciclo de Macondo. En estas obras el centro de la reflexión serán tres problemas fundamentales. El problema del poder, ('El otoño del patriarca'), el de la historia ('El general en su laberinto') y el del amor ('El amor en los tiempos del cólera').

Cuando recibe el Premio Nobel de Literatura en 1982, Gabo es ya autor de enorme éxito universal. A partir de aquí afloja su producción literaria. Pero es importante resaltar que más allá de cada historia que cuenta Gabo hay una construcción estética con el lenguaje. Gabo es sobre todo un artesano de la palabra, es capaz de mostrarnos como juega con la adjetivación, con la puntuación y como al hacer esos juegos le impone al lector una manera de leer sus novelas o cuentos, en donde la importante es enamorar.