La cita era escribir de cine sobre los primeros amores, deslumbrados de blanco los ojos fronterizos entre el aventurero de la infancia y la adolescencia inquieta en los labios entreabiertos en su torpeza. Venimos todos, y todas igualmente, de aquel primer beso del celuloide que duró el romance de muchas tardes de sábado en un abrazo de sesión doble, con otros tantos domingos antes de la penúltima partida en los billares o el paseo con un helado de sueños derritiéndose sabroso. Llegaron más tarde las matinés con un cigarrillo larguirucho a la entrada, y los labios pintados para una cita de cine que nos cogiese por la cintura con respeto y encanto. O para los solitarios escorados en la esquina de una fila, siempre dispuestos a la fuga y al dominio visual del pasillo. Y cuando el cine dejó de ser ese corazón platónico, el baile que siempre terminaba sin desabrocharse del todo a las doce, llegó el deseo, el sexo, lo prohibido en versión original subtitulada al pie de los cuerpos. Fue la época de las historias que inspiraban charlas de temperatura y seducción entre vinos a la salida, y entonces sí los amores de verdad a los que reconocer en penumbra, con música de fondo y dispuesta la experiencia a casi todo. Qué sería de nuestra memoria sentimental sin el cine que nos cicatrizó enamoramientos, rupturas, desencantos, reincidencias. Todas las emociones convocadas a la cita con un libro orquestado por un buen especialista en todo lo que le debemos a las pantallas del tecnicolor y del blanco y negro, el escritor David Felipe Arranz que lo mismo indaga en la gallardía del fantástico y poliédrico actor Maximiliam Schell, que en Fellini simbólico y don Juan, o nos recuerda que además de los melodramas de Hollywood existe la mirada carnavalesca del cine, y sus lecciones de periodismo de primera plana. No podía faltar en su pantalla personal -donde uno lo intuye confortablemente elegante con una bebida espirituosa en la mano- un libro que enhebrase los Amores de cine, pasiones más allá del celuloide. Igual que si de un fotograma se tratase a cincuenta y dos nombres les envió la invitación a una butaca.

El resultado de su aventura, producida por el sello Sial Pigmalión, editorial convertida casi en uno de aquellos estudios factoría, es un largo viaje de miradas que se asomaron al amor a través de la pantalla o que las mismas les enseñaron el camino a seguir en el fondo de la noche, por las calles de Montparnasse, los parques de Londres, las fronteras de Tijuana, la nieve dentro de una tienda de magia en la que enamorarse de una bruja, e irse de copas con su hermano. Heridos de cine y con su pasión tatuada en el interior de la muñeca, detrás del hombro femenino o donde el brazo del bíceps se coquetea, cincuenta y dos firmas de prestigio cinematográfico, en la dramaturgia, la poesía, el periodismo, la investigación y la literatura han elegido actrices, actores, amaneceres, despedidas, duelos conversacionales, muertes, boquitas pintadas, relaciones tormentosas, silencios de amor, serendipias, Ofelias, reinas de África, tórridas escenas, mitos, amores oscuros y bibliotecas como la de 400 volúmenes de la rubia que preferían los caballeros, desconocedores de su inteligencia y adición lectora.

Jaime Chávarri, Manuel Martín Cuenca, Alicia Montesquieu, Juana Escabias, Raquel Lanseros, César Antonio de Molina, Ernesto Pérez Zúñiga, Sergi Doria, Ignacio del Valle, Cristina Higueras, Marisol Galdón, Miquel Molina, Javier Ors, Diego Doncel, Amelia Pérez del Villar, Vicente Molina Foix son algunos de los autores que nos narran acerca de Charles Boyer, de Ava Gardner, de Hanl y Laila, de Blade Runner, de El cielo Protector, de Robert Kincaid, de la rue Delambre, de Mar Regueras, de La mujer invisible, de Blow up, de María Félix, de Kim Novak, de la pareja Truffaut Deneuve, del mismo amor, la misma lluvia, poético y grande Juan José Camapanella. Muchos nombres, temas, amantes, viajes en este otro Cinema Paradiso de papel en el que convergen grandes películas y amores -podían ser otros, podrán haber sido muchos más, pero el metraje impreso da para lo que da- en este libro con una prosa de cine acerca del cine con el que tantos aprendimos a medir el deseo, la aventura y el corazón.