Los que conocen a Benito Pérez Galdós, su obra y su quehacer literario, se han tropezado obligadamente con Yolanda Arencibia. Ella es la mayor experta en la obra de Galdós, al que viene estudiando desde hace mas de treinta años con publicaciones, ensayos y opiniones que han venido desentrañando en estos años la obra y la vida de un escritor discreto en su comportamiento y poco amigo de airear su vida.

En homenaje al centenario de la muerte de Pérez Galdós (1920), Arencibia ha presentado una grandiosa biografía del escritor que ha obtenido el XXXII Premio Comillas de Historia. Aunque ella misma ha señalado que «no pretende ser una biografía definitiva», el trabajo biográfico sobre Galdós aporta un conocimiento amplio y exhaustivo de su vida y de su obra literaria y, sobre todo, aporta los elementos intelectuales que permiten contemplar a Galdós como el gran restaurador y renovador de la novela realista española y blindarlo así frente a las críticas y menos precios que recibió de otros.

La biografía de Yolanda Arencibia se justifica ademas sobre su propia afirmación de que «Galdós sigue siendo poco y mal conocido. No acaba de entenderse su personalidad, ni de apreciarse la altura de su genio».

La biografía de Arencibia parte del axioma básico y fundamental de «el hombre es la obra» y sobre el mismo gira y la desarrolla con gran perfección y por ello mira de igual manera al escritor y a la persona y trata de equilibrar sus consecuencias.

Ella misma afirma que se ha propuesto «resultar un texto claro y útil para un publico amplio; de ahí la ordenación cronológica, mediante capítulos titulados con sencillez; se ha pretendido una redacción ligera para resultar lo mas amena posible de manera que atraiga a algunos y no asuste a casi nadie...»

En su mirada amplia y meticulosa al Galdós escritor, Arencibia nos muestra a un escritor cuyo universo de creación fue desarrollándose a partir de unos rasgos esenciales que maduraron sin perder la esencia durante casi sesenta años de escritura: «un universo de ficción magistral concebido por un creador con los pies en la tierra que maneja como pocos el arte de la literatura». Ello le permitió construir «un mundo de novela con temática universal y eterna partiendo de la sociedad en que vivió».

Su compromiso con la literatura parte de su dialéctica con la realidad social. Por ello fue el realismo literario el que usó para traducir en ella la forma y el fondo de la España de su tiempo. Hay una primera etapa, señala Arencibia, que culmina con títulos excelentes, como Doña Perfecta, Miau o Fortunata y Jacinta

Un paso mas allá y entra en la etapa del «dilema espiritualista» para plantear títulos que centran la mirada en el interior del individuo, sus pasiones y debilidades. Salen de aquí títulos como Misericordia, Ángel guerra o El abuelo.

Da un paso mas y se situa en una etapa «simbólico-espiritualista» , que preside la ultima serie de Episodios Nacionales y títulos como El caballero encantado.

Son pasos «armónicos y consecuentes», que parecen seguir un plan preconcebido, a la vez que mantiene «firme e imperturbable» su pasión por la historia, y sus intenciones éticas, que impulsan su afán de regeneración social.

La biografía de Arencibia tiene el mérito de mostrarnos a un Galdós que no fue mas, ni menos, que un escritor dedicado día tras día durante mas de cincuenta años dede 1867 hasta 1920, a observar la realidad española y trasladar con acierto esa realidad a su obra novelística.

Cuando Galdós empieza a escribir no existía en España la novela realista, todo estaba por hacer. El estado de la novela en España era lamentable, «ñoñeces y monstruosidades» que dijo Menéndez Pelayo. El siglo XVIII fue un páramo en la novela. Galdós será el hombre que reintroduzca el realismo regenerador y que vuelva a conectar con la gran narrativa española del XVII.Es desde esa perspectiva que Arencibia señala a Galdós como el restaurador y renovador de la novela española.

Lo hizo gracias a una curiosidad permanente y, sobre todo, una capacidad de observación no sólo de lo externo sino de lo que está más allá de la visión ocular, que le permitieron crear personajes universales y novelas monumentales.

Es el talento de Galdós, su maestría consumada para dotar a los personajes, a todos los personajes, de una caracterización singular y propia, y su poderosa imaginación para urdir tramas argumentales, todas ellas atractivas, lo que se desparrama de manera generosa en su obra.