"El recuerdo de su caligrafía me invadió con una fuerza que no sabría expresar. Veintitrés o veinticuatro años se habían desvanecido como un sueño, y abrí la carta como lo hubiera hecho mi amigo David Copperfield cuando estaba enamorado".

Estas líneas, escritas un sábado de febrero de 1855, evidencian el terremoto sentimental que supuso para Charles Dickens leer una carta escrita por María Winter, de soltera, Maria Beadnell, quien fue su gran amor de juventud.

La agitada vida sentimental del siempre inquieto escritor inglés es lo que prima en 'Dickens enamorado', el ensayo biográfico que en la editorial Fórcola acaba de publicar la escritora y traductora Amelia Pérez de Villar.

La autora se aparta así de la biografía canónica que entremezcla la vida y la obra del escritor, para ofrecer como columna vertebral los poco explorados amores de Dickens, que principalmente fueron tres y siguieron caminos muy diversos y, en su mayor parte, adversos. Porque aparte de Maria Beadnell, una joven un poco mayor que Dickens que rechazó al entonces incipiente escritor y periodista, contrajo matrimonio con Catherine Hogarth, con quien tendría una decena de hijos, pero de la que se terminaría separando por incompatibilidad de caracteres. Tras su separación, emprendió una borrascosa relación con la jovencísima actriz Ellen (Nelly) Ternan, que duraría hasta la muerte de Dickens, en 1870.

Amelia Pérez de Villar se nutre en buena parte de la correspondencia privada entre el autor de 'Oliver Twist' y su primer amor, dada a conocer en 1908 en una edición para la Sociedad Bibliófila de Boston para dar cuerpo al libro. A los expertos no les cabe duda -y ahí están las líneas iniciales de esta reseña- de que en su novela más autobiográfica, 'David Copperfield', el personaje de Dora no era otro que Maria Beadnell, mientras que el protagonista sería un trasunto del propio autor.

La escritora y traductora enhebra así una biografía distinta pero sugerente, muy bien trenzada, que nos va desvelando que la mayor obra de Charles Dickens fue su vida, al lograr en la estricta y compartimentada Inglaterra de su tiempo pasar de una infancia calamitosa, empleado en una fábrica de betún y con un padre afín a las deudas que terminó en la cárcel, a convertirse en una celebridad internacional.

Además de hombre de mundo y prolífico genio de las letras, Dickens fue un ser permanentemente insatisfecho, incapaz de permanecer largo tiempo en el mismo sitio y que también volcó su insatisfacción al terreno del amor. Sucinto, original y bien escrito, este ensayo biográfico nos muestra un Dickens a flor de piel, extremadamente humano y cercano.