Un instrumento esencial de propaganda gráfica durante la Guerra Civil española fueron los carteles, un medio empleado con enorme profusión en el bando republicano, pero con mayor timidez por los sublevados para transmitir consignas políticas y militares, es decir, como instrumento de propaganda en un periodo de guerra.

En el lado franquista, la propaganda corrió a cargo de personajes como los escritores Dionisio Ridruejo y Gonzalo Torrente Ballester y el filólogo Antonio Tovar, los tres, fervientes falangistas entonces y que pronto rompieron y se distanciaron del Franquismo.

Los carteles franquistas son de escaso contenido político, tienen escasa difusión, no son carteles propagandísticos, solo informadores; eran arengas u órdenes. Por el contrario la propaganda gráfica de los republicanos destaca por su abundancia y pluralidad. El cartel republicano se caracteriza por el realismo de su estilo y la presencia de un texto separado de la imagen. Se trata de propaganda movilizadora, centrada en el esfuerzo bélico que exige compromiso.

Lo cuenta con detalle y rigor el escritor e historiados Fernando Castillo en 'Los años de fuego. Europa, episodios y personajes' que acaba de publicar la editorial Renacimiento.

Los años de fuego son los que van de agosto de 1914, con el inicio de la Primera Guerra Mundial, a diciembre de 1995, con el acuerdo que pone fin a la guerra entre Serbia y Bosnia. Son 80 años en los que Europa «ha estado en conflicto -abierto o latente-». Un largo periodo de tensiones y conflictos que se inicia con la Gran Guerra, tiene sus puntos mas sangrientos en la guerra de España y en la II Guerra Mundial y continuó con la Guerra Fría y estuvo salpicada de otros conflictos como la Revolución Rusa, la guerra ruso-polaca, el conflicto en los Países Bálticos o los levantamientos en Hungría o Checoslovaquia contra el poder estalinista. Castillo se detiene en personajes, o situaciones que sirven para dibujar con trazo fino y acercar la lupa a momentos determinados de ese largo periodo de 80 años.

Entre esos personajes, nos descubre a Ludwig Renn, 'el oficial armado con un lápiz'. Era un aristócrata sajón, militar y escritor que se forjó como tal en la I Guerra Mundial y en la Guerra Civil española. Miembro del poderoso partido comunista alemán, Renn, conocido en España como 'Luvirren', fue uno de los pocos intelectuales que estuvo en la primera línea de fuego en España. Llegó a ser el jefe del estado mayor de la XI Brigada Internacional. Su historial bélico es impresionante, especialmente en los durísimos combates del cerco de Madrid donde se forjó el reconocimiento incluso del enemigo. En medio del frente, en el ardor de la batalla, se le solía ver con un lápiz en la mano, dirigiendo a sus hombres. Aunque el régimen franquista «no veía con buenos ojos» la propaganda bélica, sí se sirvió de ella para dejar su gesta en los libros. En colaboración con la empresa privada se creó Ediciones Españolas S.A. que se dedicó especialmente a la edición de la 'Historia de la Cruzada Española', un gran instrumento de la propaganda franquista para los tiempo posbélicos. Fueron 36 tomos dedicados a ensalzar la conquista militar y el régimen franquista. Aquí destacó el trabajo como director artístico del pintor Carlos Sáenz de Tejada y de Joaquín Valverde.

Castillo se detiene también en un personaje muy querido por él, Louisa Colpeyn, «un personaje modianesco». El interés se debe, más allá de su discreta carrera como actriz, a su condición de madre del escritor y premio Nobel Patrick Modiano; por haber formando parte de su escenario literario y por sus negros y duros años durante la ocupación nazi en Bélgica y Francia que nos ha contado su hijo.

El autor repasa lo poco que se sabe de Louisa Colpeyn, en su mayor parte aportado por su hijo en sus novelas. En junio de 1942, llega al París ocupado procedente de Bruselas. Fueron tiempos duros, negros y difíciles para la joven actriz que trataba de abrirse camino en el mundo del cine y el teatro. Unas vecinas suyas, judías alemanas en París, dieron una fiesta en octubre de 1942. Allí se conocieron Louisa y Albert Modiano, éste bajo la identidad de Henri Lagroua, un francés de origen judío que hacía negocios de poca monta en el mercado negro. Louisa y Albert Modiano se casaron y en 1945 nació Patrick Modiano, y poco después un segundo hijo que murió con diez años.

El matrimonio se separó poco después. Louisa consiguió abrirse camino en el mundo del cine, aunque siempre en papeles secundarios. Sus largas giras y ausencias hacían que dejara a sus hijos siempre a cargo de terceros, algunos de ellos personajes de baja reputación. Esto quebró para siempre las relaciones con su hijo Patrick.

El 26 de enero de 2015 el diario Le Monde en una escueta esquela anunciaba la muerte en París a los 96 años de Louisa Colpeyn «artista de cine, teatro y televisión franco-belga, madre del escritor Patrick Modiano».