En 'La mano de la buena fortuna', la brillante y ensoñadora novela del serbio Goran Petrovic (Kraljevo, 1961), publicada originamente en 2005 y que acaba de recuperar Sexto Piso, hay una alusión a los senderos que se bifurcan, quién sabe si un discreto homenaje al famoso cuento de Borges, en el que un astrólogo chino construye una novela interminable y laberíntica.

También esta atractiva obra, salida de la fecunda imaginación de uno de los más importantes escritores de Serbia, tiene como protagonista un libro casi inabarcable, que parece escrito por Funes el memorioso. Se trata de 'Mi legado', del oscuro escritor serbio Anastas Branica, un libro sin argumento que sólo contiene la descripción de una fastuosa e idílica finca y su mansión, casi hierba por hierba y ladrillo por ladrillo.

La presencia de este enigmático libro es la excusa de Petrovic para realizar una sincera declaración de amor a los lectores y a la lectura, en una novela que bien podríamos englobar en un 'realismo mágico de los Balcanes', si es que existe esta etiqueta.

Ecos de Borges pero también del relato 'Continuidad de los parques' de Cortázar aparecen en 'La mano de la buena fortuna', repleta de lectores que dan un paso más, insólito en lo que a concentración lectora se refiere, ya que pueden sumergirse, literalmente, en los escenarios de las novelas y coincidir en ellas con lectores de otros rincones que, en ese preciso momento, leen la misma obra e idéntico párrafo.

'La mano de la buena fortuna' es una arriesgada metáfora del placer de leer que podía haber descarrilado, pero que Goran Petrovic conduce a buen puerto con un verbo festivo y con aroma decimonónico, en una trama que va recorriendo amores dignos de García Márquez en una ciudad como Belgrado que, sin llegar a ser Macondo, es rica en hechos prodigiosos como la reaparición de negocios desaparecidos hace lustros o la existencia de inmuebles que en la vida real quedaron inconclusos.

Goran Petrovic va hilando este desfile de progidios con la propia historia de Serbia no exenta de pinceladas irónicas. Pero 'La mano de la buena fortuna' es ante todo la hermosa constatación de que la lectura no tiene fronteras y que un mismo texto puede ser compartido y disfrutado por lectores de culturas y países distintos.

De esta forma, por encima de las guerras y los altibajos de los gobiernos, los mares de la literatura, sin bien no exentos de peligros y de interferencias políticas, pueden conducir a los lectores a un paraíso idílico, que en esta novela está simbolizado por el edén construido con pluma, tintero y esfuerzo por Anastas Branica. Para viajar en plena pandemia a mundos sorprendentes sin salir de casa, aquí tienen esta hermosa novela.