Seguramente una sabia confluencia de los astros y el capricho de los dioses ha propiciado que, a caballo entre el fin del verano y los primeros pasos del otoño, hayan visto la luz tres textos inéditos y perdidos en el tiempo de otros tres ­-cuatro en este caso- grandes escritores. A finales de agosto apareció 'Viaje al sur' (Lumen), que un joven Juan Marsé había escrito en 1962 y desde entonces quedó sepultado en el olvido. A principios de septiembre llegó 'El amanecer podrido' (Galaxia Gutenberg) con 67 relatos inéditos de Juan Benet y Luis Martín Santos, unos textos guardados en los cajones familiares durante setenta años.

Nos llega ahora un diamante en bruto, una pequeña joya literaria con la firma de un premio Nobel. Isaac Bashevis Singer escribió este pequeño relato titulado 'El huésped' a mediados de la década de 1950. Desde entonces ha permanecido inédito hasta que el editor David Stromberg lo descubrió y The New Yorker lo publicó en 2018. Nórdica Libros lo edita ahora en España

Este relato corto de Singer, escrito en lengua yidis, como todos sus textos, es una muestra palpable de como el escritor polaco disfrutó del cuento y el relato corto; él creía que ofrecía -mucho más que la novela- la posibilidad de la perfección. Sin embargo, Singer no era un perfeccionista del lenguaje, más bien su arte surge de una próspera tradición de narración oral que ha estado fermentando en Europa del Este durante siglos.

'El huésped' es una enconada disputa dialéctica entre el bien y el mal; entre Reb Berish, un anciano judio ortodoxo, devoto y fiel a la doctrina judaica y Morris Melnik, su huésped, también judio, un sobreviviente del Holocausto y la purga rusa que lo han convertido en un completo impío, que piensa que Dios es cruel y sádico.

Cuando Morris Melnik blasfema contra Dios, y le recuerda que Hitler asesinó a seis millones de judíos y que Stalin liquidó a otros diez millones, Reb Berish le dice que Dios sigue siendo todopoderoso y que se nos ha otorgado el libre albedrio, que «significa que los malvados tienen la capacidad de hacer maldades a su antojo»; pero «el Todopoderoso sigue siendo un Dios misericordioso». Melnik, descreido absoluto, le refuta que «todos los hombres son nazis. El poder es la razón» y culmina su descreimiento: «todo está podrido». ,

Frente a este desafío a la fe y las creencias del viejo judio, éste sólo tiene la respuesta de la fe. Se aferra obstinadamente a su creencia de que debemos tener fe en lo que no entendemos. «Tengo fe absoluta en que se producirá una resurrección de los muertos en el momento en que así lo disponga el Creador».

Como en un combate de boxeo sin un claro ganador, Singer deja en nulo la pelea dialéctica. No hay revelaciones ni conclusiones.No es necesario, Singer gana la batalla al lector por su increíble encanto como contador de historias. Eso es fundamentalmente el escritor judío, un memorable creador de historias, como esta de 'El huésped', contadas e impregnadas con la magia del narrador popular.

Lo apuntábamos al inicio. Singer tiene novelas y escritos de enorme singularidad como 'El mago de Lublín' o 'La familia Moskat', pero sin duda es su obra narrativa breve el género en el que el autor destacó por encima de todo. El propio Singer destaca que «aunque el relato breve no está en boga en nuestros días, todavía creo que supone el supremo desafío para el autor creativo». Un desafío que Singer supo ganar con soltura y su enorme capacidad de fabulación.

La suya es una obra hondamente judía y genuinamente universal. Detrás de los conflictos en apariencia exclusivamente judíos, late la universalización de esos problemas, la preocupación por la humanidad, pues el choque entre lo tradicional y lo nuevo es un conflicto al que nadie es ajeno. Finalmente Singer lo que hace es describir un desgarramiento común a todos. Narrar con maestría la comedia humana.