Quien nada haya leído de Cristina Peri Rossi (1941), tiene en 'La insumisa', la última novela de esta escritora, poeta y traductora uruguaya, una excelente puerta de entrada a todo su mundo narrativo. Quienes conozcan y admiren su trayectoria, tienen la ocasión de disfrutar de su mejor prosa y de conocer, con permiso de la trilogía de Arturo Barea, cómo fue la forja de una rebelde y una escritora.

En 'La insumisa', que acaba de publicar la editorial palentina Menoscuarto, quien fuera perseguida política por el régimen militar de su país y refugiada en Barcelona, a donde llegó en 1972, se convierte una vez más en personaje de la obra, como ya hiciera en la reciente 'Julio Cortázar y Cris' (2014), en la que contaba su estrecha amistad con el autor argentino.

En este caso, la indomable escritora nos cuenta su infancia y adolescencia en la fórmula que más le gusta: capítulos breves muchos de los cuales podrían funcionar como relatos redondos.

Cristina Peri Rossi bucea con esmero en su pasado para retratar a esa niña marcada por un padre dominante y bebedor, que tiene en las campestres estancias de sus pacientes una vía de escape para exprimir el ancho mundo de su Uruguay natal.

Como es habitual en su prosa, Cristina Peri escribe con una mezcla muy medida de poesía y humor, sin olvidar el cuestionamiento de todo lo que le rodea, tres ingredientes que hacen que este libro sea una descarnada confesión de su proceso de maduración, de la inmersión en el indescifrable mundo adulto, pero sin que en pocos pasajes abandone el lector la sonrisa.

La rebelde protagonista de 'La insumisa', atónita e indignada ante una sociedad que anula a las mujeres, también descubrirá con racionalidad cartesiana su homosexualidad, un rasgo de su personalidad que, argumenta con gracia, no hay que convertir en algo negativo sino achacar al Dios que le ha creado así. Un libro redondo, tierno y conmovedor; de lo mejor de la creadora uruguaya.