Aunque no se puede saber con certeza qué hubiese sido de Jimi Hendrix si el guitarrista no hubiera viajado a Londres a mediados de los años sesenta, lo más probable es que su trascendencia no sería ni de lejos la que hoy conocemos. Puede que tarde o temprano el músico hubiese encontrado un camino propio en la escena musical norteamericana, pero seguro que no con la rotundidad que lo hizo al regresar de la capital del Reino Unido. Hendrix, que abandonó su país siendo un completo desconocido, con los bolsillos vacíos y con la sensación de ser incapaz de encauzar su desbordante creatividad, encontró de golpe en Londres todos los elementos que necesitaba para tocar el cielo: la admiración de una efervescente comunidad de músicos, el favor del púbico y los brazos abiertos de una industria que demandaba su talento. Los nueve meses que Hendrix pasó en la ciudad del Támesis supusieron su descubrimiento, su principal impulso y su consagración como genio de la guitarra.

Publicado con motivo del 50 aniversario de la muerte de Hendrix en 1970, el volumen 'Stone Free: Jimi Hendrix, de Londres a Monterey', del periodista musical Jas Obrecht, narra con precisión esta gloriosa etapa de la vida del autor de 'Little Wing' a través de las declaraciones que el propio artista ofreció en su día y de las personas que coincidieron y trabajaron con él. Entre septiembre de 1966 y junio de 1967 la City fue testigo de la maravillosa y mágica transformación de Jimi Hendrix, que en ese tiempo formó su propia banda; deslumbró a la aristocracia musical británica del momento (Jagger, McCartney, Townshend, Clapton€); compuso los temas de su primer álbum, 'Are You Experienced'; salió de gira por Alemania, Suecia, Dinamarca y Finlandia, y trastocó para siempre la arquitectura sonora del rock. A su regreso a los Estados Unidos, todos sus compatriotas le idolatraban. Y su actuación en el Festival de Monterey, no hizo sino engrandecer su leyenda, forjada meses atrás en los humeantes clubes del swinging London. Al final de aquel concierto, Hendrix dejó su Stratocaster a todo volumen sobre el escenario, la roció con gasolina y le prendió fuego con una cerilla antes de acabar destrozándola contra el suelo. El gesto, urdido para superar la siempre apocalíptica y atronadora despedida de The Who, que actuaron justo antes, quedó impreso en la retina de toda una generación. En ese momento Hendrix alcanzó la posición más alta del Olimpo del rock. Murió tres años después, pero su impacto musical todavía resuena, medio siglo más tarde, en cada nueva canción que aparece en la sección roquera de Spotify.