Todo buen aficionado a las novelas de detectives tiene un buen recuerdo de Philip Kerr (1956-2018), creador de Bernie Gunther, ese clon berlinés del Philip Marlowe de Raymond Chandler. Con ese personaje y sus catorce novelas, el escritor escocés disfrutó de un enorme éxito comercial, con unas ventas millonarias que seguro le compensaron por no haberse convertido en el autor de prestigio literario que prometía su temprana inclusión en la lista de jóvenes talentos de 1993 de la revista Granta. Pero si le quedó algún resquemor, Kerr ajustó cuentas en 2014 con 'El arte del crimen', novela inédita en España, que edita ahora RBA para sumar otro capítulo mas en su romance editorial con uno de sus autores predilectos.

Si hay algo seguro con 'El arte del crimen' (RBA, 2020) es que Philip Kerr tuvo que divertirse de lo lindo escribiendo este libro. Y gran parte de esa diversión la comparte el lector, sobre todo si es de los que disfruta cuando la ironía se transforma en sarcasmo descarnado. La sinopsis oficial de la novela ya nos sitúa en un mundo pulp y bastante cínico: «Desde hace décadas, las novelas de John Houston se venden por millones. Su obra mueve tanto dinero que hasta tiene un equipo de negros literarios para sostener su alto ritmo de publicación. Todo se tuerce cuando el célebre autor decide disolver el grupo de escritores y los planes de muchas personas empiezan a derrumbarse. No mucho después, encuentran a la mujer de Houston con un tiro en la cabeza. Él ha desaparecido y se ha convertido en el principal sospechoso. Su más estrecho colaborador, Don Irvine, es el único que puede ayudarle». A la manera de algunas de las mejores películas de Hitchcock no se puede contar más, porque en la trama hay alguna sorpresa que funciona, y alguna que no.

La originalidad no fue nunca el punto fuerte de Kerr, por lo que si 'El arte del crimen' tiene mucho de cliché no debe ser ninguna sorpresa para el lector avisado. Y la misma novela bromea sobre ese rasgo de su autor. De nuevo, este libro es un divertimento que crece cuanto más absurdo, exagerado y disparatado se vuelve. Y eso sucede según avanza la trama inverosímil que Philip Kerr lanza al lector junto con muchas y divertidas anécdotas del mundo literario, además de reflexiones y puyas, que todas juntas darían para un ensayo sobre la mezquindad de los escritores y lo despiadado del mundo editorial.

No cuesta imaginar a Michael Caine encarnando al protagonista de esta novela despiadada, una obra con la que el propio Philip Kerr ironizó sobre su propia condición, y en la que es posible rastrear algunos elementos biográficos salpicados en personajes y situaciones. Que un rejuvenecido Caine llevara a la gran pantalla una adaptación de 'El arte del crimen' sería un final perfecto para esta obra, que tanto tiene de ese cine de género al que el actor británico ha aportado su ironía vulgar pero encantadora, además de cierto aire de derrota moral, rasgos que también caracterizan a esta novela. Porque 'El arte del crimen' es un juego, un divertimento, pero esta obra menor es también una bomba de profundidad contra muchos prejuicios y bajezas que compartimos personajes, escritores, editores y lectores. Todos nos llevamos una buena ración de golpes por parte de Kerr.

Por cierto, no sé cuánto hay de ironía en el título español de la novela, que ha pasado del 'Research' original a un comercial y quiosquero 'El arte del crimen', que la verdad es que redondea el conjunto y lo acerca más a lo que podría haber sido una novela del John Huston del libro. Otro apunte final; como suele ser habitual en Kerr las citas literarias forman una parte importante del texto, y en esta ocasión quizá de forma más justificada que nunca. Quien se acerque a 'El arte del crimen' que lo haga sin prejuicios y con ganas de divertirse, y que de ningún modo espere que se haga justicia en el mundo pulp y cruel que ha creado Kerr para estos personajes que uno espera tengan muy poco de real.