El escritor vallisoletano Rubén Abella tiene una trayectoria literaria respaldada por galardones como el Torrente Ballester, el Mario Vargas Llosa o por su condición de finalista de los premios Nadal y Setenil.

Con la editorial palentina Menoscuarto, con la que ha publicado dos de sus obras ('Los ojos de los peces' y 'California'), presenta ahora 'Ictus', con la que el autor incide en una escritura marcada por la concisión y la sencillez, un ejercicio de cincelado literario que nos ofrece, como en un paisaje de Azorín, la historia en toda su desnudez, con los adornos precisos.

Una desnudez que en absoluto es sinónimo de pobreza narrativa, pues con tan pocos elementos, frases cortas y concisas, el autor es capaz de presentarnos la borrascosa vida interior de tres personajes. Tres vidas separadas y anónimas que terminan confluyendo en la novela gracias al azar, o habría que decir, el inteligente hilo narrativo que va tendiendo nuestro escritor.

Náufragos en la capital de España, el vallisoletano retrata con acierto las vidas de un hombre perdido en su matrimonio, por la vacía relación que mantiene con su mujer, una vez que los hijos se han marchado; una joven divorciada con un hijo pequeño y un arquitecto veinteañero a quien la gran ciudad le ha cerrado el venturoso horizonte laboral con el que soñaba y malvive como teleoperador.

El título de la obra hace alusión a la enfermedad que sufre un personaje secundario, un accidente con el que la narración arranca, pero también podemos concederle un carácter metafórico, pues las circunstancias con las que se cruzan el joven sin futuro; la madre divorciada y el marido insatisfecho bien puede asemejarse a un 'ictus', a una brusca detención del ritmo vital.

Ambientada en 2015, el escritor ha sabido tomar la temperatura a una época que el actual coronavirus ha vuelto todavía más borrascosa, pero que cinco años atrás ya estaba marcada por la precariedad y la insatisfacción, todavía más palpable en la gran ciudad. Sin embargo, Rubén Abella deja la puerta abierta a la esperanza y la impresión es la de estar ante una novela muy bien trenzada, ante un retrato muy verosímil de la tumultuosa España de nuestro siglo.